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    martes, 27 de abril de 2010

    Por el Camino de Emaús


    Siguiendo la Biblia | Rita María Ceballos



    Por el camino de Emaús

    Lc 24,13-35. La pareja de discípulos, posiblemente un hombre y una mujer (Cleofas y su esposa), regresan a Emaús. Dejaban Jerusalen. Iban derrotados, desesperanzados, arruinados, frustrados, tristes, cansados. Todo eso producto de la “derrota” que vivieron al ver a su líder, a Aquel en quien esperaban y confiaban, muerto en una cruz. La pareja decidió volver a su mundo anterior, a lo que tenían establecido, y abandonaron aquella aventura que en ese momento para ellos “había acabado en fracaso”.

     

    Mientras iban en el camino Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero la desesperanza, la actitud derrotista, les impedía “ver”, les impedía reconocer en aquella persona que iba a su lado la presencia de Jesús. Tantas veces andamos deprimidos, cansados, con actitud derrotista, absorbidos por la antiutopía, que nos impide ver la presencia de Jesús a nuestro lado. Porque aunque pensemos en abandonar el camino recorrido y volver atrás Jesús se hace presente y nos ayuda a hacer memoria de nuestra historia, aquella parte de nuestra existencia que le da sentido a nuestro presente “!Que faltos de comprensión... y cuanto tardan en creer...!”

     

    No desistas, no vuelvas atrás, quedarse en Jerusalén es un riesgo, pero Él estará siempre contigo, caminando de tu lado, aunque no lo veas o no le reconozcas. Al final te irás dando cuenta de cómo, de cuanto “hacía arder tu corazón...” Jesús nos ayuda a ver con ilusión los procesos de nuestras vidas, y potencia nuestro horizonte. Su pedagogía es muy especial y liberadora. El ya sabe lo que ha pasado en Jerusalen –conoce nuestra historia-, pero deja que sean ellos quienes le cuenten lo que ha sucedido. Ellos no entienden y le interpelan: “¿eres el único que no sabe lo que ha pasado...?”. Para Jesús es importante que le cuentes, el que contemos lo que nos ha pasado, lo que nos hiere, lo que nos desalienta, aquello que provoca “un atardecer” en nuestra vida, lo que nos deja tristes y nos hace caminar con paso lento.

     

    Algo siente esta pareja de Emaús que invitan a Jesús a quedarse con ellos. La tarde esta cayendo, se hace de noche. Y le reconocen. Fijémonos en cómo le reconocen: al partir el pan. Por sus obras, por su actitud, por su conducta. Jesús no se presenta diciendo: “soy yo, ¿es que no me reconocen?”. Jesús se deja reconocer por su testimonio de solidaridad, esto es al partir el pan. Al hacer memoria de lo vivido, se dan cuenta de quien es esa persona que les ha acompañado, se ha quedado con ellos y ha compartido el pan. Entonces ellos se dan cuentan de cómo les ardía el corazón, les renace la esperanza y se atreven a regresar a Jerusalén. Este sentir la presencia viva de Jesús no es para acomodarse y auto-vanagloriarse. La experiencia de la resurrección les hace volver a Jerusalén y retomar el proyecto con la comunidad que lucha, que es perseguida y que vive el riesgo de la fe comprometida.

     

    El encuentro con Jesús les hace tomar –retomar- de nuevo aquel proyecto de vida que pensaban abandonar. Ellos regresan a Jerusalen a contar lo que han visto y se unen a los otros y otras. Les cuentan lo que les pasó en el camino, les cuentan de cómo Jesús les acompañaba, se les hizo especialmente presente, les hacia arder el corazón y de cómo ellos le reconocieron al partir el pan.

     

    Estos días estamos invitados e invitadas a contarle a los otros/as cómo su presencia en nuestro camino ha hecho arder nuestro corazón. A veces queremos dejar nuestra Jerusalén (aquello que nos da miedo, que nos pone en riesgo, aquello que nos trae dificultad, el proyecto de Dios, etc.), ya sea por miedo, por cansancio, por apatía, pero allí lo encontramos en el camino y de nuevo hace arder el corazón. En ese arden el corazón y reemprender el camino experimentamos la resurrección, volvemos a soñar, reconstruimos la utopía.


    1 comentario:

    1. El relato de los discípulos de Emaus, como nos dice la autora nos coloca en situación de esperanza que engendra vida, en medio de las dificultades.
      Agradezco a la autora por recrear este pasaje, por contextualizar, me permite conocer la realidad en que se vivía, y sobre todo, porque me impulsa e invita, a crecer en medio de tantas situaciones de muertes que nos rodean y vivimos hoy en día.
      Les invito leer el artículo, y al hacerlo, espero que le ayude al igual que a mi, por esos les comparto las interrogantes que me surgieron. ¿Cuales son mis miedos?, ¿mis motivaciones más profundas para retomar el camino? ¿En quién, quiénes, cómo, se me manifiesta Jesús hoy? ¿Cómo estoy respondiendo, cómo quiero responder, cómo voy a responder? ...
      Yanina.

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