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    jueves, 27 de mayo de 2010

    Clausura del Año Sacerdotal

    I  
    El sábado 29 de este mes de mayo, la Iglesia dominicana celebrará la Clausura Nacional del Año Sacerdotal, convocado por el Papa Benedicto XVI con el tema: “Fidelidad de Cristo, Fidelidad del Sacerdote” y cuya apertura, presidida por el mismo Papa en Roma, el 19 de junio del año pasado en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, respondía al anhelo de una renovación de la vida sacerdotal en sus dimensiones humanas, intelectuales, espirituales y pastorales. La respuesta del Pueblo de Dios a esta iniciativa, marcada por la figura sacerdotal del Santo Cura de Ars con motivo del 150 aniversario de su muerte, ha sido profundamente eclesial, gozosa, evangélica.
    El Mensaje del Cardenal Hummes para preparar la conclusión del año sacerdotal, expresa este impacto positivo en la Iglesia, y constata a través de las informaciones recibidas que “las numerosas y múltiples iniciativas emprendidas por las Iglesias locales en el mundo entero para llevar a cabo este año especial constituyen la prueba de cómo éste ha sido bien recibido”.
    Es una realidad esperanzadora para la Iglesia -en estos tiempos difíciles que estamos viviendo- el testimonio de tantos sacerdotes que en el mundo entero aprovechan este año jubilar para seguir profundizando su identidad sacerdotal y redescubrir el sentido extraordinario de su vocación y la misión que el Señor les encomienda en la Iglesia y en la sociedad donde ésta sirve al mundo. Y lo hacen animados y acompañados por sus comunidades. Desde ellas, el sacerdote es llamado a vivir en integridad de vida, configurándose a la manera de Jesús, el hombre libre para el amor y el servicio; y desde esa misma comunidad, está llamado a la entrega generosa en los lugares donde realiza su misión. El hombre que renuncia a vivir para sí, es invitado a ser-para-los-demás, a ejemplo de su Maestro.

    II   
    Al emprender su viaje hacia la isla mediterránea de Malta, el Papa ha declarado con pesar a los periodistas que le abordaban, que la Iglesia “ha sido herida por nuestros pecados”, en referencia a la polémica por los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes católicos en distintos países del mundo. Una situación que avergüenza y causa dolor en una Iglesia que ha hecho opción por las víctimas, ante los victimarios de este mundo. Y que resulta más lamentable por el tratamiento mediático, empeñado más en capitalizar escándalos que en hacer justicia y sanar heridas.
    La Iglesia se propone actuar con la firmeza que exigen la verdad y la justicia. Las evidencias la ponen del lado de las víctimas y hace gestos inequívocos para reconocer el pecado y pedir perdón. El tratamiento público de las informaciones oculta, sin embargo, que son proporcionalmente muy pocos los sacerdotes que han cometido estos horribles y gravísimos delitos que la Iglesia condena. La señal de la Iglesia ha sido clara: no esconder ni minimizar estos hechos dolorosos y estar al lado de las víctimas y “apoyarlas en la recuperación y en sus derechos ofendidos”, como afirma el Cardenal Humme en su Mensaje citado.
    El pecado y el delito deben responder ante Dios y ante los tribunales, también los civiles. Pero, como reflexiona el mismo Cardenal Humme, “los delitos de algunos no pueden en absoluto ser utilizados para manchar a todo el cuerpo eclesial de los presbíteros”, lo cual es también una injusticia. Celebrando el Año Sacerdotal, la Iglesia tiene el compromiso de orientar humanamente, con especial cuidado, la personalidad del sacerdote, hombre de Dios y hombre del pueblo. Nos anima la postura del Papa: tolerancia cero, colaboración con la justicia y una mirada de misericordia que purifique el futuro.

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