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    domingo, 3 de abril de 2011

    Relaciones Dominico-Haitianas

    Un nuevo imaginario en nuestras relaciones Dominico-Haitianas  
















    Una isla y dos países. Doscientos seis años, y ciento sesenta y seis de vida Republicana, tienen, respectivamente, ambos Estados que comparten esta isla del Caribe. Sin embargo, de parte y parte no se ve que haya voluntad política para la convivencia armónica, ante lo cual los impulsos hacia el desarrollo binacional quedan casi siempre en la boca de los gobernantes o el papel firmado, mas no aplicado.

    La expresión de esta situación es la prevalencia de una diplomacia timorata con relaciones de fuerzas e impositivas… como una práctica en la cotidianidad, por lo menos en toda la línea divisoria fronteriza.

    Marca todo este proceso el año de 1822, cuando las fuerzas Gobernantes militares haitianas logran unificar la isla y, en 1844, conjurados patriotas nuestros consiguen la Independencia de la República Dominicana, aunque 19 años después los conservadores anexaron la Patria a la Corona Española. Durando esta entrega vil dos años, al derrotar los Restauradores a las huestes y traidores Dominicanos/as en Capotillo, 1865.

    Del resultado de estas jornadas libertarias encauzadas por ambos pueblos es la indolencia oficial tanto por el poder perdido como por el poder adquirido, lo que ha perdurado en sus comportamientos. Y, en ambos países, las élites del poder nacional se las han pasado identificándose con estilos europeos, tratando de negar sus raíces étnicas, en todo caso la africana. Entonces, tenemos que los colonialistas no solo nos saquean, sino que nos dividen humanamente.

    Los años de vida republicana no nos han fortalecido como comunidad isleña, sino que las heridas raciales y prejuicios nos han debilitado y empobrecido. En nuestras repúblicas han crecido cardos autócratas que se han adueñado del poder. Los nacionales del Oeste han llegado a ser válvula de escape huyendo de un barco a la deriva para ser usados como mercancía en el Oeste. Los Gobiernos Haitiano y Dominicano no tienen voluntad política para controlar la migración que sale del Oeste, veamos por qué:

    > La irregularidad de la mayoría de los inmigrantes haitianos comienza por su país al carecer de carnet de identidad personal y electoral, lo cual dificultad la regularización en Rep. Dominicana. Y en ese sentido, mientras más salen mejor

    > Por otra parte, la carencia de una política de migración legal y concreta, en Rep. Dominicana, favorece la trata, el tráfico y las expulsiones masivas e indiscriminadas de los inmigrantes haitianos, lo cual es usado como recurso político para desviar las tensiones en el pueblo dominicano y favorecer el antihaitianismo en la población dominicana que culpa a los inmigrantes de invasores pacíficos como si en la frontera no hubiera control oficial…

    > En Rep. Dominicana, por la necesidad de mano de obra barata para el corte de la caña de azúcar en la época del Dictador Rafael Leonidas Trujillo, éste en coordinación con su similar haitiano Francois Duvalier, acordaron la trata cada año de 15 mil a 20 mil trabajadores campesinos haitianos para el corte y la zafra en los ingenios dominicanos. Sucediendo que muchos de estos se quedaban a vivir aislados en los bateyes, al final de cada zafra azucarera. Además, existe el tráfico de nacionales haitianos de manera permanente por la frontera, haciendo que su presencia sea numerosa en cualquier lugar.

    > A partir de la década de 1970, cuando la economía dominicana pasa del monocultivo azucarero a las zonas francas, el turismo y la agroindustria, la presencia de los nacionales haitianos se diversifica en la agroindustria, la construcción, el turismo, el comercio, servicio doméstico y en las universidades con miles de estudiantes.

    > Actualmente el 90% de los inmigrantes haitianos entran a RD por medio a una red de traficantes haitianos-dominicanos, mezclada con civiles y militares establecidos tanto en los chequeos aduanales fronterizos así como en las carreteras troncales que llevan a otros lugares del país.

    > Ni ahora, que acaba de concluir el IX Censo Nacional de Población y Vivienda 2010, ninguno de los Gobiernos Dominicanos se ha interesado en saber cuántos vivientes haitianos hay en suelo dominicano y a qué se dedican.

    > La única forma de control oficial son las expulsiones “masivas” e “indiscriminadas”, las cuales generan violaciones a los derechos elementales de las personas. No es que el Gobierno Dominicano no tenga derecho a repatriar a los extranjeros irregulares, sino que el proceso de repatriación es incorrecto. Pues ahí está el Protocolo de Entendimiento firmado entre ambas naciones, el 2 de diciembre del 1999, y otros instrumentos internacionales, que regulan el respeto a los derechos de los inmigrantes y sus familiares.

    > Además, en la Reforma Constitucional reciente, y oficializada el 26 de Enero del 2010, se comete la inhumanidad más aberrante, al tratar de aplicar la ley a una criatura que no la ha violado. Para quienes realizamos trabajos sociales y religiosos; para los políticos de ambos países; para toda persona de buena voluntad, los dos desafíos que nos exige un “nuevo imaginario”, que depara todo este proceso histórico tan interesante como crítico, surcado por ambos pueblos es: continuar en la defensa de los derechos a los sectores trabajadores inmigrantes haitianos como la recuperación de sus bienes, cuando ocurren los apresamientos y posterior repatriación; apoyo en sus enfermedades, y posibles defunciones.

    Y, lo otro serían las acciones estructurales, como: la de acompañarles en su organización para la defensa de sus derechos y la protección de la comunidad receptora; fortalecer el proceso de identificación en vista a la regularización, que incluya el acta de nacimiento, la cédula, el pasaporte, la visa y la promoción de la economía solidaria con la conformación de cooperativas. Estamos convencidos que necesitamos acciones fraternales y solidarias entre las comunidades emisoras y receptoras de nacionales haitianos migrantes; el logro gradual en comunidades especificas de la seguridad alimentaria; realizar proyectos de salud preventiva; establecer la educación Radiofónica y fortalecer la presencial; la construcción de viviendas que den respuesta, en lo inmediato, a las familias desplazadas, hacinadas y afectadas por los diversos fenómenos (sismo, cólera, corrupción…) padecidos por la población empobrecida de Haití. Así, apostamos a unas mejores relaciones Binacional entre ambas repúblicas. El ser Humano, la Tierra, la Fe, la Justicia, la Solidaridad, el Desarrollo Binacional, la Organización, la Transparencia… que nos unen, son más fuertes que los prejuicios que nos separan. Solidaridad Fronteriza / P. Regino Martínez Bretón, sj.

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