Ha resucitado… y
nos invita a una vida nueva
La experiencia de Jesús resucitado
en los discÃpulos fue fundamental para ellos continuar con la misión que ya habÃa
iniciado el maestro. Esa experiencia fue la victoria del bien sobre el mal,
sobre la injusticia, sobre la muerte. El Dios que habÃa guardado silencio
cuando su Hijo era martirizado en la cruz, se manifiesta con toda su grandeza
resucitándolo y dando a conocer esta experiencia a los que le seguÃan.
Esta experiencia es fundamental para
los discÃpulos, porque es el punto de partida de su misión, es el motor de
arranque que les lleva a vencer el miedo y salir a la calle a continuar el
trabajo del Maestro. Es esta experiencia que les impulsa a tomar una decisión
de vida, que les cambiará totalmente para ser personas renacidas, personas
nuevas que proponen y promueven un mundo nuevo, tal como lo proponÃa el mismo
Jesús.
La experiencia de la resurrección
debe ser la experiencia de cada cristiano, del encuentro Ãntimo con Jesús, que
ha vencido el mal y la muerte y nos invita a una vida nueva. Es una experiencia
transformadora, hay un cambio en la persona. Miremos los ejemplos de los
discÃpulos, también Pablo y muchos otros, que en la medida que iban teniendo la
experiencia del resucitado, sus vidas eran moldeadas por dicha experiencia.
Cada año, luego de la semana santa,
tenemos un tiempo litúrgico para reflexionar, meditar, profundizar sobre la
resurrección de Jesús. Pero no es una resurrección pasada, es Jesús que
resucita en cada persona, y que nos invita a dejarnos transformar por el
encuentro con el. Por lo tanto, debemos cuestionarnos, preguntarnos qué
significa la resurrección para cada uno de nosotros. ¿Cómo vivo y experimento
la resurrección de Jesús en mi vida? ¿Qué suscita en mà esta experiencia?
Cada experiencia es personal, pero
se manifiesta y comparte en comunidad. Por eso hay caracterÃsticas, podrÃamos
decir, de esta experiencia que pueden ser comunes o que se expresan en cierto
sentido, de una manera general. La primera podrÃa ser la invitación a ser
personas llenas de vida, vida nueva para un mundo que valora cada dÃa menos la
vida. Que podamos transmitir vida a lo demás, que seamos esperanza de un futuro
mejor.
Debemos ver nuestras posibilidades
de poder realizar algo a favor del otro o de los demás, especialmente de los más
necesitados. Los discÃpulos sanaban los enfermos y muchas otras cosas más.
Entonces nosotros ¿Qué podemos hacer? El mundo está lleno de males. ¿Qué hago
yo para contrarrestarlos? En la cotidianidad de mi vida, ¿qué acciones voy
realizando para manifestar y dar a conocer que Jesús está vivo entre nosotros y
nos invita a vivir en un mundo más humano?
De eso se trata la experiencia de la
resurrección. Que encontremos esa motivación de querer cambiar las cosas, para
bien de todos. Que nos impulse a vivir más comunitariamente, teniendo un mayor
sentido común y venciendo el egoÃsmo e individualismo que cada dÃa nos arropa más
y más. ADH 801.
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