Actualidad | Familia
Dominica, Acción Verapaz, Radio Seybo y Escuela El Rosario
Claribel Álvarez, reconocida Madre ejemplar
De la
Provincia de El Seybo
Claribel Álvarez recibió la distinción de “Madre
ejemplar de la provincia de El Seybo” de manos de la Primera Dama Cándida
Montilla de Medina. Esta noticia pasaría desapercibida si no fuera porque
Claribel fue una de las madres desalojadas brutalmente junto a sus hijos por la
Compañía Central Romana.
La
Primera Dama, en el acto de premiación, citó las palabras del Papa Francisco: “las madres son el
antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta el cual no se
entrega, no se divide. En cambio, la madre se divide desde el momento en que acoge
a un hijo para darlo al mundo y criarlo”.
En Radio Seybo,
la Familia Dominica y Acción Verapaz creemos que es justo reconocer a una
madre, en nombre de todas las madres, por el amor sin límites a su familia. Es
necesario ensalzar las virtudes de una madre en una sociedad donde todavía es
discriminada por multitud de razones sin fundamento. Es vital proteger a la
madre de las acciones violentas que en ocasiones terminan con su vida.
Pero creemos que
lo más importante es denunciar a la luz del día la cobardía de aquella noche de
la dominicanidad en la que los guardia-campestres de la diabólica Central
Romana troncharon los sueños de tantas madres, niñas y niños que se encontraron
de frente con las armas que vigilan la caña de azúcar. Todavía hoy, después de
6 meses, las 80 familias desalojadas siguen sufriendo no sólo el trauma de
aquella terrible noche sino las penurias del desarraigo, el hambre y el miedo.
Nadie se ha pronunciado públicamente: ni los intocables e impunes fariseos del
Central Romana ni las autoridades políticas demasiado preocupadas en el conteo
de los votos de tantas personas empobrecidas inundadas de promesas en las
pasadas elecciones de mayo.
Caminando en
estos días por el lugar donde vivían plácidamente las familias me encontré con
un tractor que estaba arando el terreno supervisado por agentes del Central
Romana. Les mostré un zapato de niña que encontré allí olvidado aquella noche
por la prisa de las armas sobando sus gatillos que violaron el silencio y el
sueño sagrado preñado de esperanza. Este zapato es fruto de lo que hicieron,
¿se recuerdan? - Nosotros no sabemos nada -, dijeron, pero sin valentía de
mirar de frente y con los ojos perdidos hacia la tierra que clama justicia contra
sus mismos hermanos.
El azúcar de la
innombrable Central Romana sigue endulzando las cuentas de sus invisibles
dueños que son rociados con el agua bendita de las Iglesias, pero sumiendo en
profunda amargura a tantas personas como Claribel que en la felicidad de este
reconocimiento del Estado Dominicano aún sufre el martilleante eco de los
gritos sordos de aquella noche.
La denuncia
presentada a la Relatora Especial para la vivienda adecuada en Naciones Unidas de
Ginebra ha sido acogida con especial interés gracias a la tenacidad de Fr. Mike
Deeb y Laurence Blattmer. En el Palacio de Justicia local se rechazó la
querella porque debían figurar nombres concretos. Ahora ya sabemos quiénes son:
Alfonso Fanjul, descendiente de emigrantes asturianos, y Eduardo Martínez Lima.
Así las cosas, no se ha conseguido que el Central Romana se pronuncie, vaya a
la justicia o repare los daños físicos y psicológicos causados sobre todo a
niñas y niños que todavía hoy día sufren las secuelas de aquella noche de la
dominicanidad.
En Santa Cruz de
El Seybo, Pueblo del Milenio de las Naciones Unidas en República Dominicana, no
se han cumplido alguno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio diseñados
hasta el año pasado. Mientras tanto, la impune Central Romana sigue sosteniendo
las fiestas patronales de la Santísima Cruz a costa de mantener arrodillado al
campesinado de la región oriental del país que no tiene ninguna de las tres T
que proclama el Papa Francisco: tierra, techo y trabajo.
La única opción cristiana es
estar en la misma lucha que las ultrajadas familias y en contra del Centra
Romana. No se puede estar compartiendo con quienes tienen las manos manchadas
con las lágrimas y la sangre de los preferidos de Jesús. ADH 804.
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