Envejecimiento saludable
Sobre el envejecimiento existen muchas referencias en marcos contrapuestos, por un lado se resalta la pesadumbre que embarga el vivir este proceso inherente a todo ser vivo como la puerta final del todo y por otro lado: el prodigio de arrivar a la senectud y alcanzar la plenitud en armonÃa fÃsica y espiritual, nos resulta oportuno citar a Pitágoras de Samo: “Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida”.
El año pasado la asamblea general de la OMS resaltó la importancia de asegurar polÃticas sanitarias institucionales y globales en procura no solo prolongar la esperanza de vida sino también de sumar calidad a la misma a la población envejeciente, nos hemos dado de frente con una realidad abrumadora: somos más longevos pero somos más enfermos.
Conforme nos adentramos a la tercera edad las capacidades de nuestro cuerpo, el funcionamiento orgánico y las estructuras corporales se deterioran, estas pérdidas son sin dudas inevitables, pero nuestro estilo de vida regula cómo envejecemos y a qué velocidad lo haremos.
Disminuye la capacidad pulmonar, cardÃaca y renal, se pierde densidad ósea, la masa muscular, se añade además el impacto de las enfermedades agudas y crónicas que son frecuentes después de la sexta década.
Estos cambios afectan a la condición fÃsica y se traducen en una reducción de la motricidad, la locomoción, de la resistencia, el equilibrio y de la flexibilidad alterando directamente la cotidianidad y autonomÃa.
La capacidad funcional es uno de los principales indicadores de salud en las personas mayores. La velocidad a la que se pierde depende de muchos factores y, en gran parte, depende de los hábitos que constituyen el estilo de vida, como la alimentación, la actividad fÃsica y el tabaquismo.
Qué acciones y medidas podemos asumir para fomentar un envejecimiento sano:
1- Ejercicio y rutinas FÃsicas: Ejercitarse es el único instrumento eficaz para prevenir o revertir la sarcopenia, es importante en todas las edades. Cuanto mayor sea la capacidad fÃsica que hemos ido adquiriendo más tardarán las pérdidas en limitar nuestra autonomÃa, además del efecto benéfico en comorbilidades cardiovasculares y pulmonares que son la primera causa de mortalidad.
2- Mantener la mente activa: Desde Hipócrates conocemos la máxima “Mens sana in corpore sana” referenciando lo pivotal de la dualidad mente cuerpo como eje armónico, no solo en el aspecto espiritual y psicológico, también por medio de la lectura, escritura, actuación, visitas al cine, teatro, danzoterapia, participación en grupos corales y aprender nuevos oficios o idiomas. Estudios cientÃficos demuestran que el cerebro mantiene una lÃnea inacabable de aprendizaje a través de la plasticidad neuronal y que todo lo antes citado retrasa el deterioro cognoscitivo y el declive mental.
3- Optimizar los hábitos alimentarios, la Dieta mediterránea y su variante la dieta MIND representa actualmente una de las indicaciones de las asociaciones médicas como parte de la protección cardiovascular y aún más, estudios demuestran con certeza la capacidad de la dieta MIND de influenciar de manera positiva en las enfermedades neurodegenerativas.
4- Cumplir esquemas de vacunación, sobre todo aquellos que están recomendadas en los adultos mayores como la de la influenza y otras.
5- Chequeos Médicos rutinarios y prevención de enfermedades graves: las personas con enfermedades crónicas no transmisibles que cumplan con sus seguimientos longitudinales tienen más oportunidades de prevenir de manera efectiva las complicaciones.
6- Viaje y disfrute, la vida de por sà ya es un viaje lleno de experiencias que fortalecen el espÃritu y el dinamismo mental, viajar recrea, abre puertas a nuevas emociones y esperanzas y tener esperanzas es un salvoconducto a la alegrÃa.
7- Vea el final como otro paso más, perdone y perdónese, reconcÃliese. Prepararnos es como dirÃa I. Bergman: subir una gran montaña, el paso se hace lento y cansado pero la vista se hace inmensa y serena.
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