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    sábado, 24 de diciembre de 2016

    Acompañar la fragilidad familiar, a propósito de Amoris Laetitia

    No es lo mismo ni es igual | Pablo Mella / Instituto Superior Bonó

    ACOMPAÑAR LA FRAGILIDAD FAMILIAR
    A propósito de la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia




    Noviembre es el mes de la familia. Muchas actividades se realizan en diversas organizaciones, sobre todo educativas, para reflexionar acerca de la importancia de la familia y reforzarla como institución básica de la sociedad. Sin embargo, esas actividades parten de definiciones idealizadas de familia que pueden obstaculizar el bello objetivo que se procura. La exhortación apostólica Amoris Laetitia del papa Francisco invita a emprender una ruta diferente, como reflejo de la misericordia divina.

    1.      Las confusiones educativas causadas por una idea idealizada de la familia
    Tomemos dos frases llenas de buenas intenciones del portal “educando.edu.do” que pretende ofrecer subsidios didácticos para las escuelas dominicanas:
    -“El hogar es el espacio en el que las personas desarrollamos relaciones personales íntimas, pues nos enriquecen y nos dan satisfacción.”
    -“La familia es la célula en la que las personas de todas las edades resolvemos nuestras necesidades de protección, compañía, alimento y cuidado de la salud”.
    Convirtamos, imaginativamente, estas afirmaciones en una encuesta. ¿Qué porcentaje del estudiantado dominicano dirá que su hogar es el espacio íntimo en que se desarrollan relaciones que le enriquecen y que le dan satisfacción? ¿Y qué porcentaje estaría de acuerdo con que su familia es una célula donde las personas de todas las edades resuelven sus necesidades de protección, compañía, alimento y del cuidado de la salud?
    No hay que hacer mucho esfuerzo para intuir que las respuestas a estas preguntas de nuestra hipotética encuesta serán preponderantemente negativas. ¿Qué puede hacer un educador cuando se enfrenta con la brecha entre la imagen idealizada de familia propuesta por el curriculum oficial dominicano y la reacción de sus estudiantes? Dos reacciones parecen las más lógicas: una es imponer en tono elevado el modelo de familia ideal y denunciar lo mal que está la familia hoy; la otra es el derrotismo, admitiendo con dolor que todo está perdido y que no vale la pena dedicar mucho tiempo al tema.
    Podemos decir que en esta esfera (como en el de otros aspectos curriculares, en especial en ciencias sociales) el currículo dominicano real es monocultural. Parte de una definición única de la familia que debe ser aplicada en todas las circunstancias. En este sentido, puede también decirse que todavía falta mucho por recorrer para que la educación dominicana lleve a la práctica el compromiso explícito que ha hecho con la interculturalidad.
    A diferencia de esta estrategia educativa monocultural que a nada conduce, la exhortación apostólica postsinodal del papa Francisco, Amoris Laetitia, invita a una pastoral que parta de una visión contextualizada de la familia. En ella se encuentran elementos iniciales para dar el giro intercultural que se echa en falta. El capítulo 8 de Amoris Laetitia caracteriza la realidad familiar como atravesada por la fragilidad. Propone que se mire esa realidad como se manifiesta, para que se acompañe, se discierna y se asuma integradoramente en el marco de una actitud misericordiosa. Cabe señalar, de paso, que la misericordia permite desarrollar una mirada realista, pero no derrotista sobre la realidad que vivimos cotidianamente.
    La exhortación Amoris Laetitia nos invita, pues, a forjar una mirada realista y no derrotista sobre la familia. Al leerla en sus diversas partes, se descubre que plantea la necesidad de tomar en consideración las coordenadas sociales-estructurales y la diversidad de las situaciones por las que esta atraviesa.

    2) El valor educativo de políticas públicas y la defensa de los derechos de la familia
    Muchos aspectos deben llevarse en consideración para comprender la realidad fragilizada de las familias. Están consignados en el capítulo 2 de la exhortación, titulado “Realidad y desafíos de la familia”. Elegimos uno que parece central para el caso dominicano y que tomamos del mismo texto de la exhortación. Se trata del profundo impacto que tienen las políticas públicas de viviendas en la estabilización de las familias. La exhortación lo explica claramente en el número 44:
    “La falta de una vivienda digna o adecuada suele llevar a postergar la formalización de una relación. Hay que recordar que ‘la familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida familiar y proporcionada al número de sus miembros, en un ambiente físicamente sano, que ofrezca los servicios básicos para la vida de la familia y de la comunidad’. Una familia y un hogar son dos cosas que se reclaman mutuamente. Este ejemplo muestra que tenemos que insistir en los derechos de la familia, y no sólo en los derechos individuales. La familia es un bien del cual la sociedad no puede prescindir, pero necesita ser protegida”.
    No podrá ofrecerse en el sistema educativo una propuesta realista que mejore la estabilidad de las familias dominicanas  si al mismo tiempo las políticas públicas no abordan seriamente el tema de la vivienda. Esto debe reflejarse en el presupuesto nacional. Para 2017, el proyecto de presupuesto registra un aumento de 21% en relación a 2016; pero en 2016 el presupuesto de vivienda fue más bajo que el de 2015. Lo presupuestado para 2017 solo alcanzará un 0.3% del PBI, que es muy bajo en comparación con las necesidades y la deuda histórica acumulada. No olvidemos que el 18.4% del presupuesto se dedicará a pago de los intereses de la deuda pública. Por otra parte, el monto asignado a vivienda no habla sobre los diseños de las casas ni a qué tipo de proyectos habitacionales va destinado. Según denunció Foro Ciudadano, la asignación prevista para el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) asciende a unos RD$ 505 millones. Esto equivale a disminuir en un un 26 % (RD$ 177 millones) el monto aprobado en el 2016. En contraste, solo para la reconstrucción de la avenida ecológica de acceso a la Ciudad Juan Bosch, el gobierno planea gastar 268 millones de pesos, además de los 260 millones destinados al hospital de ese proyecto habitacional, cuya implementación afecta la solución para las familias más vulnerables del suelo dominicano. Pueden saludarse iniciativas novedosas, como la del fideicomiso de viviendas de bajo costo, pero por el momento estas tendrán tan solo un precario “efecto de derrame” para los sectores menos favorecidos.
    Partiendo de la realidad de la vivienda, el papa Francisco concluye el argumento invitando a defender los diversos derechos de la familia. Lo hace con estas palabras que llaman al profetismo:
    “La defensa de estos derechos es ‘una llamada profética en favor de la institución familiar que debe ser respetada y defendida contra toda agresión’, sobre todo en el contexto actual donde suele ocupar poco espacio en los proyectos políticos. Las familias tienen, entre otros derechos, el de ‘poder contar con una adecuada política familiar por parte de las autoridades públicas en el terreno jurídico, económico, social y fiscal’. A veces son dramáticas las angustias de las familias cuando, frente a la enfermedad de un ser querido, no tienen acceso a servicios adecuados de salud, o cuando se prolonga el tiempo sin acceder a un empleo digno. ‘Las coerciones económicas excluyen el acceso de la familia a la educación, la vida cultural y la vida social activa. El actual sistema económico produce diversas formas de exclusión social’.”

    3) La misericordia acompaña, discierne e integra la diversidad familiar

    La propuesta pastoral de la exhortación se expresa en los tres verbos que componen el título del capítulo 8: acompañar, discernir e integrar.
    El acompañamiento renuncia al discurso moralizador genérico. Es hacerse presente en los gozos y esperanzas, las tristezas y sufrimientos de las personas en sus situaciones familiares. De esta práctica se nutrirá la actitud misericordiosa. El sermón justiciero no parece el mejor camino para cumplir con el mandamiento del amor en la pastoral familiar o en las diversas actividades educativas que buscan fortalecer a la familia dominicana. El acompañamiento, por tanto, representa lo opuesto de la actitud teórica monocultural ya criticada.
    Lo que implica el acompañamiento es explicado en el n. 297: a través de la siguiente cita de la Relatio del Sínodo de 2014 sobre la familia: “una evangelización que denuncie con franqueza los condicionamientos culturales, sociales, políticos y económicos, como el espacio excesivo concedido a la lógica de mercado, que impiden una auténtica vida familiar, determinando discriminaciones, pobreza, exclusiones y violencia. Para ello, hay que entablar un diálogo y una cooperación con las estructuras sociales, así como alentar y sostener a los laicos que se comprometen, como cristianos, en el ámbito cultural y sociopolítico” (Relatio Sinodi 2014, n. 32)
    El acompañamiento implica también otras dos actividades netamente espirituales: el discernir y el integrar.
    El discernimiento apunta a identificar “los diversos desafíos que deben afrontar los cónyuges y las familias” (n. 222) y “elementos que favorezcan la evangelización y el crecimiento humano y espiritual” (n. 293). Una actitud de discernimiento lleva a reconocer que “no existen recetas sencillas” (n. 299).
    La integración se refiere a la actitud práctica que debe promover y asumir la acción pastoral de la Iglesia. Quedó expresada en el texto de la exhortación con esta frase cargada de humanismo: “ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia ‘inmerecida, incondicional y gratuita’. Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio. No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren” (n. 297).
    En suma, la tríada: acompañar, discernir e integrar apunta hacia la aceptación a la diversidad de situaciones en que se encuentran las personas y sus familias. Así, esta exhortación apostólica da un nuevo tono para el concierto de actividades de la pastoral familiar; pero sobre todo, propone una “lógica de la misericordia pastoral” (nn. 307-312), por la cual se renuncia a imponer pesadas cargas moralizantes a las personas y se asume el compromiso de reconocer a Jesucristo en medio de la fragilidad de las múltiples realidades humanas (n. 308). ADH 806

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