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    domingo, 4 de diciembre de 2016

    Haití golpeada por el Huracán Matthew

    Solidaridad | P. Miguel Ángel Gullón, op  



    Haití en el 6º aniversario del terremoto recibe el huracán Matthew  
    A tres meses de cumplirse el 7º aniversario del terremoto que asoló la ciudad de Puerto Príncipe en Haití dejando más de 300.000 desaparecidos la naturaleza se ensaña de nuevo con el país más empobrecido de América. El huracán Matthew en categoría 5, la máxima según la escala Saffir-Simpson, llegó casi sin avisar porque, aunque ya hacía días había azotado Puerto Rico y República Dominicana, la comunicación en Haití es extremadamente difícil no dando tiempo a que la población se desplazara. Por otro lado, las familias no quieren dejar sus humildes viviendas por temor a que cuando regresen se encuentren sin nada debido a los pillajes que habitualmente se dan en este tipo de situaciones. No hacen falta muchas palabras, las imágenes y los testimonios de quienes padecieron las horas más amargas de su vida son suficientes para hacerse a la idea de los efectos de la bravura de la naturaleza.

    La ONG dominica Acción Verapaz trabaja desde el año 1998 en Haití colaborando con muchas organizaciones locales, asociaciones y agrupaciones campesinas. Son 23 las que nos han escrito, evaluando, cada una en su zona, los desastres dejados por el huracán; las más antiguas y organizadas han estado identificando el número de damnificados, junto a las instituciones, y han elaborado algunos proyectos en los que solicitan principalmente alimentos y material de construcción. Nos dicen que el verdadero problema puede empezar en dos meses, porque además de los muertos y desaparecidos, más de mil, el viento se ha llevado hasta la tierra: el ganado, los huertos, las casas, los caminos, los árboles frutales… ha contaminado las fuentes y se acaba la comida.“Los que vivían en la pobreza hoy son más vulnerables, un terreno fácil para las epidemias como el cólera” – se duele uno de los correos. El 90% del departamento de Gran-Anse ha sido arrasado. Algunos de ellos nos advierten de que la prioridad se encuentra en Sud (Cayes) y Grand-Anse (Jeremie). “Tenemos mucho que hacer en nuestras comunidades si queremos que continúen existiendo”. Ahora, la tierra que no ha sido arrastrada hacia el mar, es un campo de lodo que necesitará tiempo para poder volver a sembrarla.

    En medio de este caos nos van contando el estado de los proyectos que hemos hecho con ellos estos últimos años, el estado de los niños becados a través de Verapaz, las casas que siguen en pie, los centros de salud… UCAD asegura que el 90% de los proyectos realizados estos años con la cooperación internacional ha quedado destruido. La ayuda también va a tener que ser de apoyo moral.

    Algunas zonas temen que, al haberse quedado aisladas, rotos los puentes y caminos, no reciban nunca la ayuda. Por otro lado, está el temor de que nos olvidemos de ellos. Una viñeta que corre por las redes ya va diciendo “Nadie es Haití” como una crítica ante la falta de respuesta de la población internacional.

    Dos grandes preguntas permanecen en el aire, sin una respuesta que convenza incluso a las personas con una religiosidad más profunda.

    1ª. ¿Dónde estaba Dios ese fatídico 12 de enero, día del terremoto, y en estos días del huracán Matthew? Todo se vino abajo, ¡cuántas personas desaparecidas, cuánto llanto y dolor! Dejó de verse el horizonte, sólo la oscuridad y los gritos desgarradores lo llenaban todo. ¿Y Dios, dónde estaba? Dios estaba y sigue estando en las personas que, de cerca y de lejos, dejándolo todo, se acercaron a socorrer a quienes luchaban por la vida. Dios se manifestaba y se sigue manifestando en la gran solidaridad de entonces y de hoy preocupándose por las niñas y los niños huérfanos. Dios habla a través de las personas que luchan por un Haití mejor donde haya una casa para todas las familias, educación para todos los niños y jóvenes, salud para los enfermos, trabajo digno, etc. Dios quiere que acampe el Buen vivir, la vida digna, en una de las muchas tiendas de campaña que todavía quedan.

    2ª. ¿Llegó la solidaridad internacional? ¡No se ve! Pero es que era tanta y sigue siendo tan fuerte la necesidad que es difícil cuantificar los resultados. Cierto es que alguna ayuda no llegó y otra se quedó por el camino. Pero la gran mayoría de las instituciones han sido transparentes y han multiplicado las colaboraciones de los donantes. He visto en muchos lugares del país cómo se han construido carreteras, escuelas, orfanatos, dispensarios… lo más importante es que se están tejiendo redes de solidaridad interna que buscan un mejor futuro para las próximas generaciones.

    Falta que los gobiernos y las diversas instituciones se unan y contribuyan más a la reconstrucción de la esperanza desde el corazón del pueblo favoreciendo las oportunidades equitativas de crecimiento.
    Que la Estrella del Buen Vivir guíe al pueblo haitiano por el camino de la paz y la armonía en la convivencia. Que la primera libertad conquistada en el continente, nacida en esta perla de las Antillas, aliente la utopía y germine dando frutos de esperanza y sueños compartidos. ADH 807.

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