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    jueves, 9 de febrero de 2017

    Dominicana 2017: Ante las notas de política económica Banco Mundial

    No es lo mismo ni es igual | Pablo Mella / Instituto Superior Bonó  



    DOMINICANA 2017
    Ante las notas de política económica del Banco Mundial  
    El 13 de diciembre pasado, la delegación dominicana del Banco Mundial hizo público un documento sobre la política económica del país. El contenido del mensaje impactó la opinión pública, junto a otro informe dado a conocer en esos días sobre la situación del estudiantado dominicano de 15 años de edad. Los resultados de la prueba PISA nos colocaban en el último lugar de los países evaluados por esa prueba en todos los continentes.
    El documento del Banco Mundial fue puesto en circulación en el mismo Palacio Nacional y sus recomendaciones fueron construidas con la colaboración de los equipos del propio gobierno. Se trata de una serie de notas para mejorar las políticas públicas con motivo del nuevo período de gobierno 2016-2020, prestando especial atención a la eficiencia de los servicios sociales fundamentales. De todas maneras, una visión crítica de la idea de desarrollo mostrará otros aspectos que los consejos bancomundialistas no consiguen identificar dados sus prepuestos predominantemente neoliberales.

    1.      Los consejos del Banco Mundial para 2016-2020
    El informe del Banco Mundial corroboró que República Dominicana ha experimentado un fuerte crecimiento y ha gozado de estabilidad macroeconómica. Sin embargo, advirtió que esta bonanza económica no se ha traducido de manera equitativa en bienestar para quienes habitan en suelo dominicano. Hace unos meses, el Banco explicaba que la pobreza monetaria dominicana se sitúa en el torno al 32%, el mismo porcentaje del año 2000. Para el Banco Mundial, esto tiene su explicación histórica y conceptual. La crisis bancaria de 2004 hizo subir la pobreza monetaria hasta el 51%. Desde que la estabilidad financiera volvió al país, la pobreza monetaria bajó sistemáticamente; por lo tanto, esto no se debió a las políticas sociales. Parece más bien que el nivel de pobreza monetaria ha vuelto al nivel que tenía hace 16 años por la misma inercia de la economía financiera. De ahí que el Banco Mundial haya afirmado que República Dominicana ha experimentado en los últimos años un crecimiento con exclusión social.
    Debe notarse que los economistas del Banco hablan de pobreza monetaria, no de un concepto complejo de pobreza. De todos modos, estas consideraciones ayudan a relativizar los méritos publicitados de las actuales políticas sociales y económicas que afirman haber bajado la pobreza gracias a sus aciertos.
    Para redireccionar este modelo de crecimiento perpetuador de la inequidad, el Banco Mundial da cuatro consejos a las autoridades dominicanas. Estos consejos quedan articulados en el slogan de presentación del informe: “Para construir un mejor futuro juntos". Pero a nuestro entender, los mismos quedaron mejor expresados en el título de otra nota escrita por el mismo Banco en septiembre de 2016, “Desafíos para el crecimiento inclusivo”. Como se verá, estos consejos son parcialmente necesarios, pero insuficientes para trazar la agenda que deberá comenzar a cumplir el país en el año 2017.
    El primer consejo que da el Banco Mundial es este: mayor inclusión productiva, a través de un mercado laboral con mejor capital humano y mayor participación de mujeres, vínculos entre la inversión extranjera y la economía local, y aumento de la competitividad. Para este propósito, aconseja facilitar aún más el acceso a la financiación de las pequeñas empresas. Igualmente, sugiere reforzar los vínculos entre las empresas situadas dentro y fuera de las zonas económicas especiales (zonas francas), y generar las competencias necesarias en el mercado de trabajo. Dicho sea de paso, esto tiene que ver con el interés que tiene el Banco por transformar el currículo educativo en todo el planeta a través del denominado “enfoque de competencias”. Por último, esta recomendación implica fortalecer los gobiernos locales para reducir las diferencias regionales y cohesionar el territorio.
    El segundo consejo que da se refiere a que el gasto público en los servicios sociales sea de calidad y efectivo en el contexto de un espacio fiscal limitado. Reconoce el Banco que la matrícula escolar dominicana ha mejorado como también lo ha hecho la cobertura del seguro de salud. Sin embargo, señala, como lo hizo la prueba PISA, que el desempeño del estudiantado dominicano es pobre si se compara con otros países latinoamericanos. Lo mismo puede decirse de las tasas de mortalidad de niños menores de cinco años (31 por 1.000 personas a partir de 2015). Como solución a estos problemas, sugiere expandir los servicios educativos y mejorar los incentivos profesionales y el nivel de preparación de los docentes. En salud, señala la necesidad de mejorar el Servicio Nacional de Salud (SNS) y el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa). Desde el punto de vista funcional, entiende que estos servicios sociales han de ser más eficientes y estar mejor integrados. De otra manera no se podrá que garantizar la cobertura de los sectores más vulnerables ni su integración en la productividad dominicana.
    El tercer consejo consiste en mejorar la calidad y disponibilidad de servicios básicos de infraestructura. Una especial urgencia reviste mejorar el suministro de agua y el saneamiento a precios reducidos para los bolsillos de los pobres. Junto a estos servicios básicos, resultan también vitales, dados los tiempos que vivimos, la regularización del servicio de electricidad y el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
    Por último, el informe aconseja promover el crecimiento sostenible, a través de la sostenibilidad macro-fiscal y ambiental, y  reduciendo la vulnerabilidad frente al cambio climático y a los desastres naturales. De acuerdo al Banco Mundial, el país es susceptible de padecer fenómenos climáticos extremos y sufrir de manera desprevenida el impacto del cambio climático. Para enfrentar esta vulnerabilidad, señala que se tome en cuenta el riesgo climático como parte de los riesgos fiscales y que se promueva una agricultura inteligente de acuerdo a los ecosistemas. Desde su punto de vista, esto ayudaría a enfrentar futuros desastres naturales.

    2.      Más allá de los consejos del Banco Mundial
    Como es típico en las instituciones multilaterales que siguen bajo el mandato de los Estados Unidos, el discurso del Banco Mundial parece responsabilizar de errores y aciertos de la situación dominicana al gobierno nacional y, de manera secundaria, a algunos sectores productivos nacionales. Este discurso, a pesar de ser atinado en muchos puntos, invisibiliza muchas realidades que son igualmente importantes, como por ejemplo: la emigración y la gran contribución que hacen los emigrantes pobres dominicanos a la economía dominicana a través de las remesas, la presión que hacen las grandes compañías mineras canadienses para llevarse su tajada, las prácticas agiotistas de algunos empresarios dominicanos importantes o la corrupción que permea a casi todos los sectores sociales apoyada sobre la base de una deuda pública insostenible. Definitivamente, la exclusión social dominicana no se le puede achacar exclusivamente al gobierno dominicano ni a causas exclusivamente nacionales. Tampoco las soluciones que necesitamos.
    Por otra parte, vuelven a invisibilizarse las iniciativas populares, esa economía de la vida cotidiana que mantiene en buena medida la vida real de las y los dominicanos. Es una pena que nuevamente se visualice a las personas como “capital humano”, no como personas y que la creatividad económica popular se vea reducida a la categoría elitista “economía informal”. En una concepción economicista del mundo, las personas se visualizan en función de la economía, sobre todo a una idea de la economía que responde a estándares del orden capitalista global, no al revés. Así, por ejemplo, lo importante para la educación sería formar en “competencias”, no formar a personas íntegras que promuevan la vida digna y un cambio en el modelo extractivista de relacionarse con la naturaleza. En este sentido, no se trata tan solo de “mejorar la gestión de riesgo” desde el punto de vista fiscal ni de promover un “crecimiento sostenible”; el punto decisivo está en mejorar la manera en que habitamos el suelo dominicano y para ello será fundamental que se acabe de erogar la ley de ordenamiento territorial, se replantee el modo de operar de las grandes empresas mineras internacionales y se ponga coto al modelo turístico all inclusive de tour operadores y de las compañías de cruceros. En algunas áreas de nuestra vida, como por ejemplo en el parque vehicular, debería hablarse también de austeridad y decrecimiento.
    Un banco de desarrollo es una institución que se ocupa de la economía y su preocupación será ante todo el crecimiento económico. Es natural que no se ocupe de otras dimensiones humanas. Así, para el 2017, hay dos gritos socioculturales que deben de ser atendidos. Ambos inciden, además, en el mismo desempeño económico. El primero de ellos es el que más preocupa a la sociedad dominicana actual: la seguridad ciudadana. Esto no solo hace perder los pequeños ahorros de los sectores más pobres, pues quienes más sufren esta violencia son aquellas personas que deben de trasladarse bien temprano desde barrios periféricos o áreas suburbanas a los centros de trabajo de las grandes ciudades. El desasosiego y la rabia que se transmiten por contagio al escuchar historias de asaltos, o verlos registrados por cámaras de video en las redes sociales, está destruyendo el clima de convivencia social y sembrando pesadumbre en el alma dominicana.
    El otro tema que queda pendiente es la educación que queremos. El informe del Banco ha sido muy generoso al evaluar las tandas extendidas y la construcción de escuelas por todo el territorio nacional. Quizá se deba a la necesaria prudencia diplomática de equilibrar buenas y malas noticias. Hace falta una discusión pausada sobre la educación que queremos, que parta de la realidad social dominicana de manera más sensata y con verdadero sentir intercultural.
    Por último, queda una observación sobre la institucionalidad democrática. No serán solo las medidas fiscales las que nos llevarán a acercarnos a la vida digna que intuimos. De no reajustarse el modo en que se organizan los poderes dominicanos y se negocian los conflictos de manera no democrática, seguiremos viendo cómo se acumula el capital en pocas manos, en las manos de aquellos que tienen la sartén agarrada por el mango. Entonces volveremos escuchar el saber experto del Banco Mundial pontificar declarando unilateralmente como “informales” las prácticas de los sectores populares dominicanos y al país como el único responsable de los males que le aquejan. En algo seguirá teniendo razón. ADH 808.

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