Un rayo de luz a las familias
Un destello luminoso se vislumbra cuando encaminamos el accionar cotidiano en energÃa hacia la conquista y fortaleza del bienestar de otros que, ineludiblemente, se revierte en la propia felicidad.
Es un anuncio venturoso cuando decimos sinceramente: feliz cumpleaños, feliz navidad, bendiciones, feliz año nuevo… y esto va acompañado con ofrendas concretas de una porción del tiempo, de recursos, etc., donados a los necesitados, y nace el niño Dios en nosotros si sentimos nacer un auténtico propósito de liberarnos de lo impuro.
Un rayo promisorio percibe la familia y la sociedad cuando deseamos felicidad el dÃa de la amistad y con toda lealtad vamos en auxilio de los demás.
Un rayo de esperanza asoma cuando en los diversos encuentros familiares, laborales…, ponemos la diferencia con la defensa y la práctica de las verdades y valores.
Un rayo esperanzador nace en las familias cuando se corrigen a tiempo los errores de los niños para que se enderecen y crezcan verticalmente.
Una corriente de bienestar se vive en la sociedad cuando el empresario, el dirigente hace justicia en el pago a los empleados de todos los niveles.
Un destello de luz aparece en la sociedad cuando el juez actúa serena y juiciosamente, libre de presiones e imposiciones, y administra justicia sabia y objetivamente, y con sentencias justas.
La esperanza se acerca a las familias y sociedad cuando se atacan las raÃces de la delincuencia y la corrupción desde la educación, la nutrición, ocupación útil, la diversión provechosa y la sana orientación y colaboración, y apertura de cursos técnicos y empleos para ocupar útilmente a los ociosos o “ninis”.
La esperanza de desarrollo se inicia con atenciones de formación y protección a los uniformados bien educados y pagados para la seguridad ciudadana.
Un rayo esperanzador comienza cuando el dirigente desde el presidente hasta la base de la pirámide administrativa ejecuta con honestidad y firmeza los ideales patrios del cumplimiento de sus deberes en la defensa del bienestar de todos, haciendo caso omiso a intereses foráneos sin importar las flechas incendiarias de los corruptos perversos.
Un rayo de luz vemos cuando tenemos dos pares de zapatos y calzamos a otro descalzo.
Se refleja la luz divina cuando tenemos dos lápices y soltamos uno al escolar desprovisto de todo.
Un gesto luminoso se observa cuando cedemos el asiento al decaÃdo y a la embarazada.
Nace Jesús en nosotros cuando en las pruebas, momentos incómodos o difÃciles sabemos tolerar, dejar pasar y discernir como Jesús…
Un destello de esperanza brota cuando valientemente contradecimos y corregimos las distorsiones del perverso.
Un rayo de luz es la superación de los defectos propios y la expulsión de la propia viga en el ojo para ver y ayudar mejor al prójimo.
Un rayo de Cristo impera cuando decimos no a la acción pecaminosa, tentadora y separadora del reino de vida.
Constituye un chorro de la luz divina cuando cambiamos el apetito “carnal”, pecaminoso por el sabor a fiel discÃpulo de Cristo.
El más importante rayo de luz es el EspÃritu Santo guiando la conciencia para que actuemos a favor del bien común.
Un rayo, como inmensa columna de soporte en la vida familiar y social, es la sabia actitud de hablar y actuar solo para agradar, aliviar, mejorar y generar paz, amor y bienestar a los demás.
ADH 809.
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