Vocabulario de Semana Santa
Hay algunas palabras que resuenan en los templos durante los dÃas de semana santa. Son, entre otras, cruz, tumba, servicio, sufrimiento, resurrección, perdón y alegrÃa. Un buen resumen del misterio que celebramos. Bueno será ir a lo esencial y no perderse por entre las ramas. Como si de un vocabulario se tratara, quizás sirva el intento de describir brevemente el núcleo de cada una de las palabras citadas.
CRUZ
Instrumento para matar a los ajusticiados en tiempos de los romanos. Jesucristo murió por no saber ser flexible, negociador y pactista con sus adversarios. Poco a poco la cruz ha sido sustituida (a medida que los hombres se han ido refinando) por la horca, el fusilamiento, la silla eléctrica, la cámara de gas, etc. La cruz se ha convertido en sÃmbolo del cristianismo, pero a la vez ha ido perdiendo todas las aristas y asperezas. Se ha transformado en objeto de ornamentación en el cuello de las señoras respetables. También las jerarquÃas la muestran en el pecho. Es de suponer que no sólo para informar a la gente el rango que ocupan.
TUMBA
Lugar donde se depositan los restos humanos. Ha adquirido gran celebridad la tumba de Jesucristo, asà como la losa que la cubrÃa. Se sabe que su propietario era un hombre que es puso decididamente de parte de Jesús... cuando ya era cadáver. La tarde del viernes santo aquella tumba hacÃa presagiar la oscuridad perpetua alrededor del ajusticiado. Pero el domingo, tres dÃas más tarde, debió pasar algo extraordinario, demasiado deslumbrante para poderlo relatar con toda objetividad. El hecho es que desde este dÃa los discÃpulos perdieron el miedo y comenzaron a construir una Asamblea, alias, Iglesia. Aún hoy en dÃa esta obra mantiene la vitalidad a pesar de los ataques procedentes del exterior, las debilidades de los de dentro y los desaciertos de los de arriba.
SERVICIO
El Domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa, Jesús escuchó gritos de entusiasmo de los labios del pueblo. Jesús estaba allà sentado sobre un borrico, presto para cumplir su misión, la de servir. El Viernes Santo escuchó gritos insultantes, salidos de las mismas bocas que le habÃan aclamado dÃas antes. No desfalleció su voluntad de servicio. Sus seguidores también apelan a menudo al servicio. Pero no les es indiferente el lugar desde donde hacerlo. Prefieren ejercerlo en los despachos importantes y las poltronas afelpadas. De hecho nunca hay que lamentar candidaturas para las altas cátedras.
SUFRIMIENTO
La semana cruel, llamada también semana santa, fueron dÃas en los que Jesucristo padeció tormentos fÃsicos y morales. Cabe notar que su muerte no ha sido la más dolorosa a lo largo de la historia de la humanidad, tal como piadosamente se ha dicho y escrito. Él estaba al margen de todo tipo de competición. Tampoco sufrÃa por sufrir o por amasar méritos. Los tormentos se los infligÃan unos hombres en nombre de Dios y su justicia. Los hubiera podido evitar a cambio de volver atrás, desdecirse, ceder o mostrándose más diplomático. No quiso pactar bajo tales condiciones.
RESURRECCIÓN
El dogma más decisivo del cristianismo, de cuya verdad el creyente sorbe la savia necesaria para no desfallecer. Sin embargo, en la práctica, la cosa es menos halagadora. Los seguidores de Cristo en el siglo XXI parecen más propensos a adorar y magnificar al Cristo muerto en la cruz que al Cristo resucitado en la gloria. Y es que se observa una clara tendencia, a lo largo de la historia, a silenciar a los hombres que resultan incómodos por sus palabras o hechos. A estos personajes que luego —a fin de tranquilizar las conciencias— son magnificados y encumbrados.
PERDÓN
Acción difÃcil, que requiere una gran generosidad de corazón. Mucho más si es necesario perdonar a aquella gente que el Domingo de Ramos se desgañitaba aclamándolo y que después le dio la espalda o cambió de signo su griterÃo. “Perdónales que no saben lo que hacen”. Mucha comprensión, una enorme ternura y una bona dosis de inteligencia se necesitan para entender la frágil sinceridad humana y sobreponerse a la rabia que provoca la hipocresÃa. Exactamente lo que es capaz de hacer un hombre tan entero que es Dios a la vez. Y precisamente lo que poquÃsimos humanos son capaces de hacer.
ALEGRIA
El sentimiento que deberÃa reinar, por ejemplo, en la EucaristÃa de la Vigilia Pascual y a lo largo de la vida del creyente en Jesús. Si tal fervor existe de veras, sin duda se disimula. Las palabras dicen que “mi alma exulta de gozo” y se triplican los aleluyas. Sin embargo, uno contempla la nave del templo y no logra apreciar el gozo por “el dÃa en que actuó el Señor”. Entre las palabras y las actitudes se detecta un desfase. ¿Motivo? Puede que, al no vivir a fondo el mensaje cristiano, el sentimiento de júbilo al que invita la liturgia resulte demasiado protocolario. Un expediente que cumplir. O tal vez que, al no experimentar profundamente la tragedia de la muerte, se viva con sordina la alegrÃa que conlleva la Resurrección. ADH 811.
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