Quiero
ser tu siervo Señor
Quiero
invitarles en esta ocasión a reflexionar y profundizar sobre el llamado de
Dios, partiendo del texto de Isaías 49, 1-6. Una manera interesante de
sumergirnos en dicho texto es personalizándolo, haciéndolo nuestro y
escribiéndolo como si fuéramos nosotros
mismo el autor sagrado.
Deberíamos
escribir de la siguiente manera: ¨Sí,
yo (tu nombre), quiero ser siervo, el siervo de Dios, que hace florecer la
justicia de Dios; el siervo que se deja tomar por la mano de Dios; que sea
unión para el mundo; que mis palabras sean para fortalecer al que está sin
fuerzas; ser siervo de Dios negándome a mí mismo hasta la muerte¨.
Estamos llamado por Dios, como dice
Isaías. Desde el vientre de nuestra madre, ya el Señor conocía nuestros nombres
para hacernos sus servidores, sus obreros, obreros de su reino, trabajando para
hacer presente su reino en este mundo,
entre los hombres.
Aunque muchas veces quizás nos
sintamos desanimados, decaídos, sin deseos de dar lo mejor de nosotros mismos, y
aunque en algunos momentos que hemos trabajado en vano, que sintamos que estamos
gastando nuestras fuerzas por nada, sabemos que no es así, porque Dios protege
nuestros derechos, solo Dios tiene nuestra recompensa, pues para él trabajamos,
para él es toda nuestra vida, y a pesar de de seamos sus más pequeños servidores,
sabemos que somos importantes para él, que él nos toma y nos lleva de su mano y él es nuestra
fuerza, nuestra fortaleza, a él es a quien nosotros hemos depositado y entregado nuestra vida,
porque no vivimos para nosotros, sino que vivimos solo para él.
Cada día debemos querer y tratar de
agradar más a nuestro Señor, cumplir su voluntad; el camino es largo y quizás a
veces pueda parecer tortuoso, pero seguimos caminando con perseverancia, con fortaleza, con confianza en Dios, que
nos va formando y capacitando cada día para la misión a la que nos ha llamado.
Hagamos
nuestras las palabras del Salmo 72: ¨¿Para
qué he limpiado mi corazón y he lavado la inocencia de mis manos?¿ Para qué
aguanto todo el día y me corrijo cada mañana? Para mí lo bueno es estar junto a
Dios, pues los que se alejan de ti se pierden. Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha, me guías según tus planes y me llevas a un destino
glorioso. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio, y
proclamar todas sus acciones en los lugares más olvidados por el hombre, porque
soy su humilde siervo que solo vive para él¨.
Es
una invitación primero, a dejarnos moldear por Dios, que nos va formando para
la misión encomendada; y segundo, a tomar conciencia de que quien elige el
camino de Dios, de entregar la vida para servirle solo a él, no pierde nada en
el mundo, porque lo bueno para la persona es cuando elige estar junto a Dios,
sirviéndole a él y a los hermanos de una manera incondicional. ADH 811.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...