Mujeres valientes no pierden la esperanza
“El dinero del detergente me lo gasté anoche para la leche de mi hijo”
Cesarina, Johanna y Lily son tres mujeres trabajadoras, con iniciativa y creatividad, llenas de vida, deseosas de sacar adelante a su familia de cinco, dos y un hijo respectivamente. Viven en humildes casitas rentadas, sin energía eléctrica buena parte del día. Durante unos meses asistieron a un curso de formación que imparte el Equipo de Educación Mujeres Raíces (EEMUR) especializándose en el manejo de cultivos en invernaderos. Actualmente hacen las prácticas en el Proyecto de Agricultura “Virgen de Covadonga”. Están aprendiendo de la mano paciente de Alex, Abel, Quiquín, Mercedes, Enrique y Raúl quienes trabajan desde hace diez años en este proyecto que tiene como objetivos la creación de fuentes de trabajo y la sostenibilidad económica de la emisora educativa Radio Seybo.
Cuando las regresaba a su casa después de haber trasplantado 10.000 plantitas de ají me llegaron al alma las palabras de Johanna: “el dinero del detergente me lo gasté anoche para la leche de mi hijo pues era su cumpleaños”. Me quedé sin palabras, no supe cómo responder y se apoderó de mí la impotencia.
Situación de la Provincia
En esta provincia de El Seybo no hay fuentes de trabajo y la tierra está en pocas manos. Como decía José María, un campesino de Vicentillo que sufrió hace poco tiempo la barbarie de un desalojo ordenado por un gran terrateniente, “nuestra pobreza es la riqueza del Central Romana”. Es cierto, más del 70 % de la tierra está ocupado por la Compañía Azucarera Central Romana que la tiene sembrada de caña de azúcar y donde pastan sus innumerables cabezas de ganado vacuno. Además, las preciosas playas de Miches, ubicadas en el corazón de una reserva de la biosfera, están siendo privatizadas para construir hoteles de lujo. Queda pues poca tierra, pocas fuentes de trabajo, poca riqueza para una población que contempla triste el adiós de tantos jóvenes a otra tierra fértil en la que germinen las buenas semillas de la justicia y la esperanza.
Mujeres valientes, no pierden la esperanza
Estas valientes mujeres no se rinden buscando lo mejor para su familia. En sus labios renace cada día la palabra esperanza que las mueve a seguir en la lucha a pesar de todas las dificultades que se encuentran en el camino. Tienen deseos de aprender cosas nuevas y miran atentas las observaciones que se les hacen. Son responsables, inquietas, animosas, alegres. Están contentas de trabajar en la tierra, en este proyecto de agricultura, donde están haciendo suyas las palabras de Cicerón: “La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada para el ignorante y la ocupación más digna para el hombre libre”. Se enorgullecen de este trabajo en el que están aprendiendo a sembrar semillas en las bandejas de cultivo, a trasplantar las maticas al mes de germinadas, a anillarlas al tronco con los hilos, a podarlas, a quitar las malas hierbas y, por último, a recoger el fruto. Todavía les queda por aprender la fertilización a través del riego por goteo y la cura de las plagas de enfermedades.
Con la fuerza de estas mujeres y de las demás personas que trabajan en este proyecto se hacen realidad las palabras del Génesis: “Dijo Dios: Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra”. ADH 812.
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