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    lunes, 8 de octubre de 2018

    Teología de la liberación y dignidad de la persona

    Solidaridad | Miguel Ángel Gullón, op

    Gustavo Gutierrez
    Teología de la liberación y dignidad de la persona (I)  
    Teología de la Liberación, obra principal de Gustavo Gutiérrez, «padre de la teología de la liberación», apunta los senderos a recorrer en orden a la construcción de la dignidad de la persona. El autor, años más tarde de la publicación, escribirá lo siguiente a este respecto: «Hace pocos años me preguntó un periodista si yo escribiría hoy tal cual el libro Teología de la Liberación. Mi respuesta consistió en decirle que el libro en los años transcurridos seguía igual a sí mismo, pero yo estaba vivo y por consiguiente cambiando y avanzando gracias a experiencias, a observaciones recibidas, lecturas y discusiones. Ante su insistencia le pregunté si hoy escribiría él a su esposa una carta de amor en los mismos términos que veinte años atrás; me respondió que no, pero reconoció que su cariño permanecía… Mi libro es una carta de amor a Dios, a la Iglesia y al pueblo a los que pertenezco. El amor continúa vivo, pero se profundiza y varía la forma de expresarlo»[1].
    La idea de teología que plasma en este libro, germen de su pensamiento liberador, se expresa en los siguientes términos: «una teología como reflexión crítica de la praxis histórica, una teología liberadora, una teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad y, por ende, también de la porción de ella –reunida en ecclesia– que confiesa abiertamente a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado: abriéndose en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de los hombres, en el amor que libera, en la construcción de una nueva sociedad, justa y fraternal, al don del reino de Dios»[2].
    En la misma línea abunda Jesús Espeja cuando afirma lo siguiente: «hace unos años en los pueblos pobres de América Latina, motivados por un justo anhelo de liberación, los teólogos evocaron las intervenciones gratuitas de Dios en la historia bíblica para liberar al pueblo pobre y oprimido bajo el poder del faraón en Egipto; ahí encontraron buena base para impulsar el proceso de los pueblos latinoamericanos para salir de su postración. Pero la modalidad de esta intervención liberadora de Dios se ha revelado en la conducta humana de Jesús, donde el poder y la justicia de la divinidad no funcionan con la lógica de la dominación y de venganza, sino con la lógica del amor que se entrega sin recibir nada a cambio»[3].
    Melchor Cano, en el s. XVI, escribió la obra De Locis Theologicis, estableciendo diez fuentes para la demostración teológica. Este tratado influyó en toda la teología de la época por su sabio empleo de la metodología y de los principios de la filosofía aristotélica en cuestiones teológicas, y por introducir la historia como lugar teológico. Dando un paso más en la creatividad de Cano, la teología de la liberación no sólo abunda en la comprensión de la categoría «historia», sino que aporta una clave decisiva de lectura o interpretación: los pobres, donde Dios se hace presente y juzga sobre la verdad de la Iglesia y de la teología». El discurso tiene como base una lectura nueva a la que se venía haciendo: la realidad, el mundo, la familia humana con sus empeños y prácticas de humanización y liberación, son interpretados y aceptados como lugar de verdad. Es éste el principal punto de mira y desde donde parten todas las reflexiones: la idea central que guía sus obras es hablar de Dios a partir del sufrimiento de los pobres.
    Y a partir del locus theologicus de los oprimidos, que en América Latina son multitud y tienen fe; en la doble realidad de dominados, pero también de sujeto histórico de salvación en la sociedad y en la Iglesia, piensa los grandes temas de la teología. Gustavo Gutiérrez medita constantemente: ¿cómo hablar de Dios frente al sufrimiento de los pobres, frente a su muerte prematura y a la violación de su dignidad como persona? ADH 826



    [1] G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, Sígueme, Salamanca 1972, p. 53.
    [2] ID., Teología de la liberación, pp. 40-41.
    [3] J. ESPEJA, Jesucristo. Ampliación del horizonte humano, Sígueme, Salamanca 2002, p. 23.

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