domingo, 27 de septiembre de 2020

Creer es poder

La Palabra | Wilkin Castillo


Creer es poder

Seguimos en este proceso exigente de profundizar en la palabra de Dios que la Iglesia nos presenta para este domingo, nos dirá el evangelista: En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Aquí hay una realidad muy puntual y es la invitación en libertad por parte del dueño de la viña, no hay atropello ni la más mínima sospecha de obligación, es una petición: “hijo ve hoy a trabajar en la viña.” No siempre las palabras definen y determinan el actuar de un ser humano.

Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor. Pero no fue”. Este segundo hijo es Pronto en responder de forma positiva al pedido de su padre y lento en concretizar su acción.  Esta actitud no tiene ningún valor para el padre del segundo hijo. No   sirve de nada decir sí y luego hacer todo lo contrario, por eso decir no quiero y luego recapacitar e ir es suficiente para el padre del primer hijo. Es como cuando estamos en pecado y nos empeñamos en no dar el paso a la reconciliación y una vez lo logramos cambia todo en nuestro entorno para nuestro bien.

 ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: “El primero.” Aquí está el detalle solo puede hacer aquel que cree, quien no cree no hace, y el primer hijo, aunque en un principio contesto de forma negativa, luego recapacito y fue a la viña y es lo que valoró su padre. No podemos definir una persona por el inicio de su existencia y por sus actos iniciarles, sino por su proceder al final de su vida.

 Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la justicia, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron.” Por esta razón citada más arriba los publicanos y prostitutas nos llevan con mucho la delantera en el camino del reino de Dios, ellos a pesar de sus pecados y estar sumergidos en una vida de impureza fueron capaces de creer y ese creer fue el impulso que les llevó a cambiar, pues cambia el que cree Y hace de forma consciente lo mandado y es capaz de responder con generosidad.

En ese mismo sentido nos dice El profeta Ezequiel al final de la primera lectura: “Cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.”

Cada vez que desobedecemos a Dios como en el caso del segundo hijo nos vamos muriendo poco a poco hablando en un sentido espiritual. Desobedecer a Dios es morir y obedecer a Dios es vivir. Por eso la frese del evangelio del primer milagro de Jesús en la boda de Caná, expresada a viva voz por su madre María: “Hagan lo que él les diga,” se traduce en la felicidad plena y real que viviente alguno en la tierra experimente a lo largo de su vida.

Nos queda a nosotros poner por obra aquellas cosas que Dios mismo nos pide que hagamos, y acoger con beneplácito todo aquello que el Señor nos manda y convencidos y confiados nos movamos camino a su encuentro, sabiendo que él es dueño de la viña y nosotros centinelas, seguros, que de esa cosecha nos vendrá la recompensa, quizás no merecida, pero si ofrecida por el Señor y dador de vida.


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