Morir de amor
Cuando la mama de Florentino Ariza entró en la habitación lo encontró pálido, sudoroso y temblando, balbuceaba sin parar como un enajenado, quien sabe qué cosa. Doña Tránsito angustiada le pregunta, aunque teme su respuesta, teme que su único hijo haya contraído el fatal cólera, el protagonista de la celebérrima novela la mira a los ojos y sin ambajes le responde “no es el cólera Mama… Es el amor”.
Esta febril escena en la gran obra del realismo magico hispanoamericano no es la primera ni la única que presenta el amor como si de una enfermedad se tratase. Cuentan que el rey de Babilonia acercóse al filósofo Tyneo solicitándole consejo sobre como debía castigar al súbdito que fue encontrado en cama con su concubina favorita y que el filósofo en forma de apotegma le dijo “Déjelo que viva, ya el amor se encargará de castigarlo a su debido tiempo”.
¡Y es que uno puede enfermar de amor!
Mas de dos décadas han transcurrido desde que los profesionales en el campo de la cardiología comenzaron a percibir un incremento de miocardiopatías en personas jóvenes, de pronto estaban allí frente una serie de pacientes con trastornos en la motilidad miocárdica a pesar de tener arterias coronarias sanas. A esta entidad hoy día la conocemos con el nombre de Síndrome del Corazón roto o cardiomiopatía de Takotsubo (CTT).
Las estadísticas actuales según la AHA (American Heart Asociation) reportan que un 2% de los casos diagnosticados como síndrome coronario agudo corresponden realmente a una cardiomiopatía de Takotsubo, cuya identificación oportuna por parte del personal asistencial es crucial para realizar un abordaje terapéutico atinado, considerando además la incidencia in crescendo del infarto al miocardio en los tiempos actuales.
El síndrome del corazón roto se caracteriza por una disfunción transitoria del ventrículo izquierdo, que puede ir de horas a semanas, en el vemos un patrón de movimiento único, anormal y que no se justifica por otras patologías. El nombre Takotsubo se deriva de la morfología típica del ventrículo izquierdo en olla de pulpo (Takotsubo) que se observa mediante ecocardiografía o ventriculografía.
Estos pacientes acuden a las salas de urgencias con un cuadro clínicamente idéntico al síndrome coronario agudo como citábamos previamente, y sumado a ello hay alteraciones electrocardiográficas y elevación de los biomarcadores cardíacos. Su pico de incidencia se da en la mediana edad y es más frecuente en el sexo femenino, aunque está claro que no discrimina ninguna población. El denominador común en todos los casos descritos es un severo estrés físico o psicológico.
Aunque se ha vinculado una amplia gama de afecciones clínicas habitualmente repunta en ello el aspecto genetico y en mas del 70% encontramos niveles elevados de catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, etc.) así como cambios en la señalización a nivel ventricular. Las catecolaminas son segregadas en situaciones de estrés endógeno o exógeno, por lo cual, aunque se requiera que se articulen todas las condicionantes para que se produzca este síndrome del corazón roto, son sin duda las emociones extremas, las pasiones del amor, el duelo entre otras, parte de la quintaesencia del problema.
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