En busca de soles y alfileres
Alain se hizo llamar, en honor al poeta y político francés Alain Chartier, nacido en el siglo XIV. Fue bautizado como Émile-Auguste Chartier, y se le conoce como filósofo y educador consagrado. Era dueño de una pluma impecable, que le hizo merecedor de la primera entrega del Gran premio nacional de literatura de Francia, otorgado en el 1951. Escribió libros, ensayos y artículos breves. Uno de los textos más citados por el público secular lleva el título “Bucéfalo- En busca del alfiler”. En este artículo, publicado el 8 de diciembre de 1922, el maestro expone dos imágenes, el niño que llora y el caballo indómito, con las cuales invita al lector a la observación empática.
No hace muchos años, lo común era que los niños usaran pañales de algodón, los cuales eran sujetados por alfileres. ¡Cuántos niños sufrieron el que sus pequeños cuerpos fueran atravesados accidentalmente por estos objetos punzantes! Tal como indicara Chartier, quien observa desde lejos al pequeño que llora desconsoladamente, puede llegar a conclusiones tan desafortunadas como incorrectas sobre su temperamento. Podría afirmar que se trata de un niño difícil y demandante, sin embargo, solo quien se acerca podrá encontrar el alfiler.
Bucéfalo fue el legendario caballo de Alejandro Magno. Chartier recuerda que este formidable rocín, de aspecto imponente, había sido considerado indomable, hasta que Alejandro pudo observar lo que para otros había sido imperceptible. ¡Bucéfalo temía su propia sombra! Con gentil firmeza, el gran conquistador griego pudo domar al antes fiero animal, haciendo que sus ojos vieran el sol. Cuentan que tan estrecho fue su lazo, que cuando este muriera, Alejandro nombró una ciudad Bucéfala, en honor a su fiel compañero de batalla (Lamb, 2005).
Al igual que el niño que llora, mucha gente gime a su manera, y ese llanto se presenta disfrazado de rabia, indignación o aislamiento. El que sufre, genera sufrimiento. Puede que, quien observa, reaccione ante lo que parece, sin embargo, no es, causando y siento mayor sufrimiento. La incomprensión reina y nubla la relación. ¿Quién se acercará a buscar el alfiler? ¿Quién descubrirá la fuente del dolor y del miedo que se han transformado en rabia y desenfreno? ¿Quién observará la sombra de la que huyen unos, mientras irremediablemente lastiman a quienes se acercan? Chartier nos ofrece algunas pistas. Lo hará quien sea capaz de acercarse para escuchar, ver y tocar el alma de quien llora entre gritos de enfado que parecen inoportunos e incomprensibles. Lo hará quien descubra detrás de la rabia el miedo, y pueda ofrecer contención.
Contener supone, lo que la palabra misma evoca, moderar la emoción que pudiera desbordarse y destruir. Justo lo que Alejandro Magno hizo. Observó de cerca, observó al caballo, no su reacción hacia él. Pudo, entonces, tomar distancia, y mantener la calma mientras Bucéfalo relinchaba. Vio más allá de la rabia, el miedo, y con gentileza y determinación hizo que el fiero animal viera la luz y no las sombras que le perseguían. Las metas, los valores, pudieron más que las debilidades. Alejandro le ayudó a contener la emoción y a transformarla. La confianza les unió inexorablemente.
¡Cuánto bien podrías hacer siguiendo los pasos de Alejandro, el grande! Busquemos el alfiler para quitarlo, llevemos la mirada de las sombras a la luz. ADH 837
REFERENCIAS
Enciclopedia Británica (2019). Alain: french philosopher. Recuperado de https://www.britannica.com/biography/Alain
Lamb, R. (2005). Alexander The Great and Bucephalus. Horse & Rider, 44(6), 19. Recuperado de http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&AuthType=cookie,url,ip,uid&db=s3h&AN=17055091&lang=es&site=eds-live
Propos impertinents (2007). The-philosopher.co.uk. Recuperado de http://www.the-philosopher.co.uk/2006/09/propos-impertinents-2006.html
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