viernes, 18 de septiembre de 2020

La Misión de Jesús en Galilea: Una reflexión a partir de Lucas

Rincón de la Palabra | Hna. Ángela Cabrera, mdr.

 

La Misión de Jesús en Galilea: Una reflexión a partir del Evangelio de Lucas (Lucas 4,14-44; 5,1__9,62)

 

En la Misión, Jesús sana a los enfermos y resucita a los muertos (Lucas 4,38-38; 40-41; 5,12-16. 17-26; 7,1-10; 8,40-56). (4)

 

Perfil del enfermo

Enfermedad

Petición por la salud

Palabras sanadoras de Jesús

Gestos que acompañan las palabras sanadoras de Jesús

Resultados de la misión

Compromiso

La suegra de Simón (4,38-39).

Fiebre

Le rogaron a Jesús

Amenaza a la fiebre para que obedezca

Se inclinó sobre ella

La fiebre la dejó y ella se levantó

Comenzó a servirles

Diversos enfermos (4,40-41).

Diversas dolencias

Eran llevados a Jesús

Sometía a las enfermedades

Imponía las manos

Recuperaban la salud

Daban testimonio

Un hombre leproso (5,12-15)

Lepra

“Señor, si quieres puedes limpiarme”

“Quiero, queda limpio”

Extiende la mano, lo toca

Desapareció la lepra

Presentarse al sacerdote, presentar la ofrenda, dar testimonio.

Un hombre con la mano derecha seca (6,6-11)

Parálisis

Jesús lo observa con su parálisis

“Extiende tu mano”

Le manda a levantarse, ponerse en medio.

La mano quedó restablecida

Escandaliza a sus perseguidores

Un paralítico (5,17-26)

Parálisis

Lo introducen por las tejas de la casa y lo pusieron en medio, delante de Jesús.

“Tus pecados quedan perdonados”.

“A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”

La acogida de Jesús

Se levantó, tomó su camilla y se marchó

Se fue alabando a Dios.

 

 

El siervo de un centurión (7,1-17)

Enfermo, a punto de morir

No soy digno de que entres en mi casa, mándalo de palabra

“Ni en Israel he encontrado una fe tan grande”

Se puso en camino hacia la casa del centurión

El siervo sanó

Testimonios

La hija de Jairo, y la mujer hemorroísa (8,40-56).

A una la daban por muerta, la otra tenía un flujo de sangre.

Por la una ruega su padre, por la otra, ella misma le toca el manto.

“Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz”; “Niña levántate”.

“Alguien me ha tocado porque sentí una fuerza que ha salido de mí”; Toma a la niña de la mano.

Se detuvo la hemorragia; retornó el espíritu en la niña.

Todos quedaron admirados y daban testimonios.

El hijo único de una viuda (Lc 7,11-17).

Muerto

El mismo Señor se compadece, al verla

“Joven, a ti te digo, levántate”.

Se acerca al féretro

El muerto se incorporó y se lo devolvió a su madre

La gente creyó en el signo y daba testimonio

 

 

1.  


REFERENCIA A LOS TEXTOS:

 

En los pasajes de Lucas 4,14-44; 5,1__9,62, que describen su misión en Galilea, Jesús, además de predicar, echar los demonios, también, a su paso, va sanando a los enfermos. Esta vez vamos a presentar un cuadro sinóptico donde esta misión se vea reflejada con mayor claridad:

 

Espiritualidad misionera:

 

Por los textos anteriores se confirma que el proyecto de Dios no es de enfermedad, y sí de salud. Sin salud la persona no vive con dignidad. La compasión es que lleva a Jesús a detenerse ante el que sufre. Algunas veces la persona misma no tiene condición de pedir por ella misma, y son los otros quienes interceden por ella.

 

La misión de Jesús presenta palabras con autoridad. No sólo los demonios le respetan, sino que la enfermedad le obedece. La enfermedad se marcha cuando el Señor de la salud se aproxima.

 

Todos los relatos de sanación terminan con un compromiso. Nadie recibe el favor de Dios y queda callado, sino que da testimonio público. Importa considerar que detrás de la salud física llega la salud espiritual. Pues la sanación física le lleva a la persona a creer en Jesús como Hijo de Dios y Señor verdadero.

 

Entre los carismas que reconoce la Iglesia está el don de la sanación. Es un don precioso, real, porque no es invento de nadie, sino que nace, en el cristianismo, con la misma misión de Jesús. Sin embargo, es un don que exige respeto. No podemos inventar. Pero sí estamos autorizados a pedir, en nombre de Jesús, la sanación de los enfermos, y la sanación no sólo física, sino del alma.

 

En el camino misionero encontraremos muchos enfermos a los que hay que alentar, introducir y animar en el camino de la fe y la confianza. Hemos de canalizarlos hacia la pastoral de la salud, y a la asistencia social, si se necesita. El escenario de los enfermos no puede ser ignorado en nuestra misión, pues también a ellos Jesús se dirige y les dedica tiempo. ADH 838

 

2.  ¿QUÉ NOS PROVOCAN LOS TEXTOS?

 

1.   ¿Sé dónde están los enfermos de la comunidad a donde vamos a misionar?

2.   ¿Hacemos un levantamiento para identificarlos?

3.   ¿Con qué actitud vamos a donde ellos?

4.   ¿Hemos identificado los textos bíblicos más apropiados para llevar vida y esperanza a los enfermos?

5.   ¿Les preparamos para comulgar?

6.   ¿Qué aprendemos de las personas que están quebrantadas de salud?

7.   ¿Qué señales de vida y resurrección vamos sembrando en el caminar misionero?

 

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