Familia Hoy | Andrea Safier
Claves para la estabilidad de pareja
Es muy difícil escuchar una pareja decir, después de mucho tiempo
de convivencia, “nosotros nunca hemos tenido problemas”. Sí es más común y
normal escuchar a las parejas decir con satisfacción “nosotros hemos superado
muchos problemas” y siguen creciendo juntos, armonizando sus vidas para
expresar el amor que las fundamenta. En ninguna relación real, concreta, se
puede asegurar o sostener que no habrá fallos o errores, situaciones que deben
ser enfrentadas para mejorar o sanar la convivencia.
Tampoco existe una vida perfecta, lineal, que no
ha tenido que lidiar con obstáculos y dificultades desde dentro, o que vienen
desde fuera. Hay situaciones que facilitan la estabilidad matrimonial. Y esas vale
la pena que las reflexionemos.
Situaciones que pueden dar origen a las crisis
No hay garantías de resolución de conflictos si las partes no están
decididas a enfrentarlos. Conocer las causas que favorecen la relación y
tomarlas en cuenta, ayudará a la estabilidad matrimonial. Así se asegura cierta
garantía de que cualquier obstáculo no va a hacer naufragar la barca del
matrimonio. Esta tiene que poseer base sólida para navegar en las aguas de las
crisis.
Jesús nos dice en el Evangelio unas palabras que tienen mucho en la
preparación de los matrimonios, y muchas parejas las escogen para el día de la
bendición de pareja en el matrimonio sacramental. Decía que hay quienes
construyen sobre roca firma y quienes construyen en la arena. Y, por supuesto, cuando
inundación y viene el torrente, la casa construida sobre roca firma permanece,
mientras que la casa construida sobre arena se desploma (Lucas 6, 48).
Consideremos algunas causas que son muy importantes, muchas veces
decisivas para construir una relación de pareja sobre sólidas bases que le
garantice caminar juntos en su historia de amor; pero que no aporta la pareja.
1. Madurez personal
Él o ella no tienen la capacidad de centrarse en la relación, la
cual necesita del aporte de cada uno. Se ejemplifica con el caso de un joven
que ya es esposo y quiere seguir siendo novio, en el sentido de sus
responsabilidades matrimoniales que chocan con el resto de los espacios donde
se desenvuelve la relación. El que quiere seguir siendo novio, tener la
autonomía para estar con sus amigos, sus colegas y la vida de pareja está
condicionada por esas relaciones En el caso de ella un ejemplo real es la
esposa que centra la relación en sí misma, pero en el sentido de que su pareja
vive para ella, para protegerla, para amarla.
En ambos casos la madurez que deben conseguir como pareja no está
en crecimiento. Cada uno está pensando el matrimonio desde sí mismo no desde la
afirmación de todo lo que hay que poner en común. La madurez de cada uno es una
condición para superar el egoísmo y el individualismo, pues la relación
matrimonial no son dos proyectos, dos vidas, dos situaciones separadas. Pueden
haber iniciado la relación muy bien, pero la falta de madurez va haciendo que
cada uno empuje hacia sí todo lo referente al bien de la relación.
2. Fidelidad
Aunque no esté ni siquiera expresado en muchos rituales de
matrimonio, civiles y religiosos, se da por hecho que una pareja espera y exige
fidelidad, digamos que la supone de la otra persona cuando toman la decisión de
unirse en matrimonio. Pero el deseo de fidelidad encuentra tentaciones en el
camino y no toda pareja está suficientemente firme y dispuesta para resistir
esas tentaciones. Hay muchas variantes por la cual, una pareja que no piensa
disolver su relación, puede caer en la tentación de la infidelidad. Luego será
el perdón la actitud difícil de conseguir, queda dolor y a veces resentimiento,
heridas difíciles de sanar.
En el caso de los comportamientos machistas, dicen expertos que
muchos hombres, sintiendo que aman a sus esposas, tienen que tirar de vez en
cuando “una canita al aire” para sentirse bien “hombres”. El caso del seductor,
que aunque no vaya a dar ningún paso concreto, le complace y le afirma seducir,
así siente que es un verdadero “macho”.
3. Realización personal
Los roles del hombre y la mujer estaban más definidos tiempos
atrás. Para bien o para mal. Muchas relaciones matrimoniales apagaban metas y
proyectos de la pareja, que se acostumbraba a un estilo de vida a veces hasta
rutinario. Las cosas han cambiado. El “yo” se manifiesta también en las
relaciones de pareja. Hoy cada uno quiere su espacio en el ámbito profesional, social.
Y ese aspecto positivo de mantener una visión de realización personal tiene
dificultades si no está dialogado, consensuado entre los dos. El hombre no
machista entiende la mujer como alguien “igual a él”; la mujer se redescubre y
gana espacios, donde está al mismo nivel que el hombre. Pero si esto se
convierte en rivalidad o crea una competencia entre ambos, el “tú” y el “yo” no
formarán el “nosotros”. Y habrá problemas a veces insuperables en la relación.
4. Proyecto económico
Cuando una pareja se une en matrimonio en el caso sacramental,
ambos expresan su intención de amarse y cuidarse en toda circunstancia. En esto
serán los dos “una sola cosa”. Pero hay situaciones, como la económica, que en
vez de unificar a la pareja, para apoyarse, las enfrenta; entra en crisis por
el factor económico. Puede ser que uno de los dos comience a tener la carga de
los gastos, que vea a su pareja negligente o como estorbo para avanzar; que
crea que la otra persona no hace lo suficiente o no se preocupa por salir de la
crisis. En mi trato con parejas, siempre les recuerdo que se unieron
precisamente para apoyarse y avanzar juntos ante cualquier obstáculo, ante
cualquier peligro.
5. Realización de las expectativas
Muchas personas tienen altas expectativas de sí mismo y de los
demás. Dicen que el verdadero amor es cuando aun conociendo la otra persona se
le sigue admirando. Cuando esas expectativas se centran no en lo que damos cada
uno, sino en lo que esperamos de la otra persona, se presenta una situación incómoda.
La pareja tiene que estar consciente de esta realidad. Y será peor si uno de
los dos está centrado en lo que debe ofrecer la otra persona. Muchas veces la
relación es como un seguro, una salida se tiene para que otro y otra nos siga
alimentando, queriendo, mimando, protegiendo…
Conclusión
Por esas causas mencionadas -conscientes de que
hay otras- una pareja tiene que “negociar” positivamente los términos de su
relación. Se requiere un diálogo frecuente acerca de las necesidades
satisfechas personalmente y de lo que corresponde para el bien de los dos. Ese
diálogo incluso facilita la maduración personal; clarifica los términos de la
relación, siempre en la búsqueda del bien común; toma en cuenta a la otra
persona; les hace capaces de estar unidos para lidiar con la situación y no que
ésta vulnere o dañe la relación; y permite que aún manteniendo altas expectativas,
sean la humildad, la acogida y la comprensión de la historia de la pareja, lo
que permita seguir creyendo en la otra persona, crecer juntos y construir una
sólida relación.
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