martes, 10 de noviembre de 2020

Las cuerdas que lloran

Familia Hoy | Haymar Arenales



Las cuerdas que lloran

Sí, es posible que los más adultos estén pensando en el músico colombiano Antonio Fuentes y sus hermosas interpretaciones recogidas en los LP’s “Cuerdas que lloran”, al leer el título de esta reflexión que, sin embargo, está orientada a reconocer que los niños, jóvenes y adultos tienen la necesidad de expresar sus emociones y validar sus sentimientos.

La buena comunicación es propio del proceso de maduración de los seres humanos y conseguirla, como un acto de expresión humana, supone educarse en el entorno familiar y social para ser empáticos, es decir, comprenderse a sí mismo y comprender a otras personas en sus emociones y sentimientos.

Si nos acercamos a los modos de comunicación de las redes sociales, por ejemplo, chequeando los comentarios nos daremos cuenta que cierta intolerancia impide la acogida a los demás sin prejuicios ni críticas. La empatía brilla por su ausencia y de ahí que las supuestas “conversaciones” que generan los comentarios están marcadas por insultos, rechazos, críticas y negaciones de las posturas de los demás.

El hecho de que alguien manifieste una emoción en un momento dado nos está indicando que dentro hay unos motivos que nosotros no conocemos pero que debemos reconocer. Para la buena comunicación y la sana vida interior, acogemos nuestras emociones y sentimientos, damos también la oportunidad a los demás que puedan hacer lo mismo, y en la interacción, crecemos juntos y evitamos así acallar lo que es muy importante para ellos.

Hay momentos de la vida que expresar la rabia, la frustración, el descontento, son pasos importantes para liberar todo lo que llevamos dentro. Reprimir las emociones y los sentimientos que llevamos dentro, por la razón que sea, arrastra otras emociones y sentimientos no deseados. Esta situación mortifica, encierra y duele a la persona, limitando su capacidad de expresarse con libertad y confianza ante los demás.

Dejemos libres “esas cuerdas que lloran” muchas veces en nuestro interior y serenamente seamos capaces de abrirlas a los demás, al mismo tiempo que acogemos las ajenas y disfrutemos de la libertad de ser quienes somos, sin temor a ser rechazados o menospreciados.

Tengamos en cuenta tres elementos importantes, para que desde niños aprendan las nuevas generaciones a gestionar sus sentimientos y emociones:

a)   Las emociones y los sentimientos son nuestros y, por lo tanto, necesitamos expresarlos. Como son legítimos no debemos reprimirlos, están para ser sentidos y asumidos;

b)  Es necesaria una actitud de escucha, no solo de lo que la persona dice sino también del modo y el momento en los cuales afloran esas emociones y sentimientos. Nuestra presencia tiene que ser acogedora, amable, facilitadora de la reacción ajena;

c)   La seguridad con la cual una persona va desarrollando sus iniciativas, creatividad y empatía, tiene mucho que ver con la manera cómo ella se permite expresarse a sí misma.

Hagamos ese esfuerzo si realmente queremos personas felices, realizadas. Al final de cuentas, sentirse querido y aceptado está muy relacionado con todo esto. Y de paso, dará mucha más calidad a nuestras relaciones interpersonales permitir que suenen armónicamente nuestras “cueras que lloran”.

 

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