Cultura
y Vida | Alexis Cifuentes
La Importancia de Creer en algo
Creer en algo o en alguien forma parte de la
condición humana. Para los detalles más pequeños de la vida y para los más elevados,
creer o tener fe es una necesidad para nosotros. Sin embargo, para muchas
personas se hace difícil creer en Dios, o por lo menos en el Dios que se les ha
presentado.
Creemos en algo y en alguien: en un sueño, una meta,
una Persona, tiene un valor humanizador para nosotros.
1. Nos libera del subjetivismo, en el sentido que no
somos la medida de todas las cosas, tenemos que salir hacia fuera, reconocer la
realidad y estar interconectados; superamos el individualismo, somos con los
demás y para los demás; no podemos ser indiferentes ante un tú que nos
relaciona, una relación comunitaria formada por los que nos rodean sin ignorar
a los “otros”.
Nos hace descubrir que somos “imagen y semejanza”, que por lo tanto no somos solo administradores o consumidores, necesitados de poder sobre los demás para afirmarnos
2. Creer en algo o en alguien tiene un
valor humano y cristiano en el ámbito de la fe. Cuando nos encontramos con el
Padre de Jesús, ese Dios misericordioso no es algo, un principio Creador, una
mente brillante que creó el Universo. Es mucho más que eso: es el Dios de la
vida, es quien nos pone de cara al otro, en la necesidad de intercambiar las
miradas y reconocer nuestros rostros: hijos de un solo Padre, de un Dios
compasivo, misericordioso, que nos invita al amor, a la fraternidad, a la
visión social y cósmica de todo lo que Él ha creado.
3. Este Dios vivo y verdadero nos
devuelve a nuestra propia realidad humana, nos hace descubrir que somos “imagen
y semejanza”, que por lo tanto no somos solo administradores o consumidores,
que no necesitamos poder sobre los demás. Él nos conduce a reconocer nuestras
iniciativas para el bien, para la convivencia humana, para crear un mundo mejor.
4. En Jesús, hijo de Dios, se despierta
nuestra creatividad desde un impulso hacia el bien, la verdad, el amor; nos
habituamos a “gustar” de su Presencia, a reconocerlo en las personas que nos
rodean, a recrear el ambiente original por el que fuimos creados, para que
viviéramos humanamente, sin guerras, odios ni rivalidades. Nos enseña a transformarnos
desde nuestro ser haciendo, para que coincidan en nosotros la palabra y
la acción, el gesto y el compromiso, la nobleza que manifiesta nuestra
integridad de vida, nuestra coherencia en la fe.
5. Nos ubica en el entramado de las relaciones
interpersonales y sociales, del nosotros, más allá del tú y yo… Este creer
entonces, está fundamentado en la confianza en Él y, por lo tanto, en la
confianza en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, sin que falte o sobre
la sana autoestima que nos da confianza para caminar, para crear, para manifestar
el arte, la cultura, el espíritu humano que toca la vida, la realidad y la hace
más humana, más bella, más digna para ser lugar donde construyamos el sueño de la
humanidad redimida.
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