Matrimonio y Familia | Bonifacio Fernandez, cmf/Ciudad
Redonda
Las preguntas no son inocentes
Las preguntas que nos hacemos para comunicarnos y
dialogar no son inocentes. Sitúan la conversación y el diálogo en perspectivas
concretas; condicionan el sentido y el alcance de la respuesta. Por eso, es
importante prestar atención al tipo de preguntas que planteamos y tratamos de
responder.
1. ¿Quién es
responsable?
Es este el cuestionamiento que vemos
insistentemente en la vida pública. Especialmente en el drama de la pandemia.
Se ha producido mucho dolor, mucha impotencia y frustración. Se buscan
responsables; pero no con la idea de escuchar sus testimonios e información. En
realidad, se buscan culpables. Pero lo mismo pasa a nivel de relación fraterna
o relación conyugal. ¿Quién ha hecho esto? ¿Qué has hecho? No es una pregunta
que busca información. Busca culpabilización. Echar a otro la patata caliente,
no sea que nos salpique.
2. ¿Por qué a mí,
a nosotros?
El enfoque de esta pregunta lleva al encuentro de
las quejas y las lamentaciones. Da toda una clave de lectura de la propia
historia personal y colectiva. La respuesta se convierte en la narración de las
injurias e injusticias padecidas. Se lee la propia historia como un misterio de
dolor, de discriminación. Prevalecen las quejas; se compara la propia historia
con la de otras personas que han tenido más facilidades y más recursos. Se
apela a la mala suerte. O tal vez a las injusticias.
3. ¿Qué puedo aprender?
A un nivel teórico es el planteamiento de Kant:
¿Qué puedo saber? En realidad, no se trata sólo del estudio del conocimiento y
sus formas; se trata de ver la realidad de los hechos para extraer lecciones de
vida. Los hechos existen en un contexto de interpretación. Podemos enfocarlos
como objeto de análisis; podemos intentar cambiarlos y para eso hacemos
proyectos y programas. Es un cuestionamiento que trata de aprender cómo leer e
interpretar y modificar una situación problemática determinada. Es esta una
forma de pregunta que conduce a entender y relacionar. Pero eso solo no cambia
la realidad.
4. ¿Qué podemos
hacer para afrontar la dificultad?
Esta la pregunta proactiva. Ya E. Kant se la
planteaba como una de las cuatro cuestiones fundamentales: ¿Qué debo
hacer? Puede ser enfocada como como un
cuestionamiento ético. Pero cabe, al mismo tiempo, el enfoque del deber o el
enfoque de las oportunidades. En este caso la mirada se centra en los talentos,
los recursos, la generosidad de las personales. Se trata de creer para crear.
La confianza despierta y genera nuevas visiones, nuevos recursos. Despierta
nuevas energías y nuevas sinergias. Se
trata de un buscar una respuesta dinámica y transformadora.
5. ¿Qué es lo que
Dios quiere decirnos a través de esta situación?
Esta es la pregunta que lleva al discernimiento.
Implica la escucha atenta de voz interior de cada uno. Y de las mediaciones a
través de las cuales esa consciencia se ha configurado. Es un ejercicio
esmerado de escucha tanto del sentir de las personas como de la interpelación
de la palabra de Dios. Posibilita la mirada a la realidad a través del amor y
de la esperanza de nuestro Padre Dios. Es la identidad más certera y más bella.
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