jueves, 31 de diciembre de 2020

Presencia de María en la Iglesia

Mariología | Juan Corona Estévez, MSC




Presencia de María en la vida de la Iglesia


La presencia de María en la historia, con su función de madre y modelo de fe, queda testimoniada en la liturgia y en la vida del pueblo cristiano. Con esta afirmación se deja claro que no se trata de un cristianismo desviado en sentido mariológico, sino de una historia de fidelidad al Señor por parte de los fieles, quienes acuden a la Virgen para que les ayude a vivir de modo coherente su camino de fe y la comunión con Jesús.


El mundo occidental presenta una cualificada y variada tradición de genuina piedad mariana, la cual queda expresada en la oración, el arte, la literatura y en la teología, siendo este testimonio indudable de una devoción profunda, esencial y teológicamente relacionada con la fe mediante el misterio de Cristo. En lo que respecta a Oriente hay que destacar el mundo iconográfico que gira en torno a la madre de Jesús.


Del mismo modo, la figura de María se encuentra muy presente también en la vida espiritual de las órdenes y congregaciones religiosas. De ellas surgen diversos cánticos, imágenes e invocaciones dirigidos a la Virgen para invocar su presencia maternal.


Ciertamente las diversas expresiones y gestos ofrecidos por los fieles a María ponen de manifiesto que ellos saben reconocer en la Virgen a una mujer cercana, amiga y modelo de santidad, la cual comparte su vida, en las alegrías y en los dolores. En ese sentido, la teóloga María del Pilar Silveira enuncia que “María es el modelo donde se ha realizado esa transformación al contemplar los diversos momentos de tristeza al pie de la cruz (cfr. Jn 19,25-27) y de alegría en el Magníficat (cfr. Lc 1,46-55)”.


Según la teóloga Silveira, esta unión de María con sus devotos refleja bien por qué el pueblo le ama tanto. Y, le aman porque perciben en ella a una mujer de pueblo, protagonista activa de la historia de salvación de un Dios que ama y se hace uno de nosotros en Jesús. De igual manera, su vida y su misión de madre muestran una opción por los pobres, hablando así un mismo lenguaje desde el amor e identificándose de esta forma con las diferentes culturas.


Ahora bien, esta respuesta gratuita del pueblo se expresa de muchas maneras creativas y, además, refleja el rostro de “una iglesia mariana, laica y con participación de la mujer en la difusión de la fe en los hogares, en las comunidades eclesiales y en la sociedad”. Con palabras de Pablo VI, se puede concretizar que la devoción hacia la madre de Jesús se convierte para el cristiano católico en ocasión de crecimiento en la gracia divina: finalidad última de toda acción pastoral (cfr. MC 57).


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