Desde los tejados | Manuel Maza, SJ. mmaza@pucmm.edu.do
El respeto de lo secundario
Los
poderosos de nuestras sociedades acostumbran a “ningunear” y desconsiderar a
quien carece de recursos. Nuestros presupuestos se gastan desproporcionadamente
en las capitales, mientras el resto del país es desconsiderado. Las capitales
disponen de costosos medios de comunicación, mientras los caminos vecinales
están abandonados en prejuicio de los pequeños campesinos. Luego de aguaceros
fuertes, ríos y derrumbes aíslan olvidadas comunidades rurales.
Cuando
los poderosos construyen, ocupan arrogantes las aceras y atormentan a los
vecinos con ruidosas construcciones de domingo. Santiago está limpio, pero en
algunas localidades, las brigadas limpian las zonas donde viven ciudadanos
prestantes, mientras la basura se enseñorea risueña y perfumada de las esquinas
en los barrios populares.
La
fiesta de hoy, el Bautismo de Jesús nos lo revela como “el Hijo amado y predilecto
de Dios”. Juan Bautista se refiere a Jesús como “el que puede más que yo, y yo
no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo he bautizado con agua,
pero él los bautizará con Espíritu Santo”.
Pues
bien, en el evangelio de hoy, Marcos 1, 6b- 11, leemos, “por entonces llegó
Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán”.
El
bautismo de Jesús nos lo presenta como Hijo y siervo, pero Jesús no abusa de su
dignidad de Hijo para desconsiderar a Juan, el Bautista. Adentrándose en el
Jordán, confundido entre los pecadores que buscan el perdón, Jesús revela un
nuevo estilo de liderazgo que deberíamos de copiar todos. El liderazgo de Jesús
se hace patente en su respeto por Juan, el Bautista. No es un liderazgo de
gritar, clamar y vocear por las calles (Isaías 42, 1 – 7), sino de pasar
“haciendo el bien” (Hechos 10, 34 – 38).
Jesús
se revela como el principal, mientras respeta al secundario.
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