Sentir Mariano |
Redacción ADH
La devoción a la Virgen de la Altagracia es
una verdadera y extraordinaria historia
La festividad de la Altagracia es la ocasión en que nuestros Obispos nos presentan cada año su Carta Pastoral, en esta ocasión titulada: Nuestra Señora de La Altagracia, un regalo de Dios al pueblo dominicano. Preparación del Centenario de su Coronación Canónica. La carta pastoral nos presenta la verdadera y extraordinaria historia de la devoción a la Virgen de la Altagracia, en los numerales 11 al 16, que reproducimos.
11. Es historia incuestionada que aquí, desde los
años del descubrimiento de América, en los inicios del siglo XV, ya era una
realidad la presencia entre nosotros de la imagen de Nuestra Señora de la
Altagracia, reverenciada con gran fervor por los habitantes de esta Isla.
12. La verdadera importancia histórica no es saber
cuándo llegó y quien pintó el cuadro que está en la Basílica de Higüey, sino en
ver la historia de un pueblo que ama y rinde devoción a la Virgen de la
Altagracia, y ha visto el poder intercesor de esa Madre desde Higüey. El amor a
esa Madre alimenta su fe y le da el aliciente de sentir la presencia de Dios en
sus vidas, en sus familias y en la vida de nuestro pueblo.
13. La verdad que nadie puede refutar es que, de
la Virgen de la Altagracia existe una imagen que por siglos se ha mantenido en
el Santuario en Higüey, venerada por los dominicanos, que su coronación
canónica fue el 15 de agosto del año 1922 en Santo Domingo, y que fue recibida
por una multitud impresionante que la celebró durante una semana y le rindió
todos los honores de una forma apoteósica.
14. Es historia real que miles de las imágenes
reproducidas de la Virgen de la Altagracia están expuestas en casi todas las
casas, parroquias y capillas de toda la geografía de nuestra república,
reverenciadas por cientos de personas en cada comunidad, porque son millones
los dominicanos, dentro y fuera del país, devotos de la Virgen de la
Altagracia, como también podemos contar por millares los devotos del pueblo de
Haití, que con nosotros formaban la Española cuando inició esta devoción. Todos
tienen la plena seguridad de que pueden contar con la intercesión de su
protectora en los momentos difíciles de sus vidas.
15. Hasta el año 1969 teníamos sólo cuatro
parroquias dedicadas a la Altagracia: El Santuario en Higüey, el Templo Nuestra
Señora de la Altagracia de la zona colonial, el Santuario de la Altagracia en
Santiago de los Caballeros y el templo en Loma de Cabrera, Provincia Dajabón.
(Mons. Antonio Camilo González, El Marco Histórico de la Pastoral Dominicana, a
los 300 años de la Parroquia de Baní, páginas 179 a 182), y hoy tenemos más de
30 templos parroquiales, que llevan el nombre de la Altagracia, lo cual
representa un desarrollo más que inusitado, en comparación con la cantidad de
templos con otras advocaciones de María Virgen o de santas y santos de la
Iglesia.
16. Para honrar a la Virgen de La Altagracia
existían dos conmemoraciones: la del 15 de agosto y la del 21 de enero. La
fecha de celebración de la Virgen fue siempre la del día 15 de agosto, que
también es la festividad de la Asunción de María al cielo.
El 21 de enero es la fecha de la gran fiesta
ofrecida por los higüeyanos al volver sanos y salvos de la Batalla de la
Limonade, convirtiéndose así en una gran corriente popular de devoción a la
Virgen de la Altagracia en todo el país; y bajo el gobierno de Horacio Vásquez,
siendo Arzobispo Mons. Alejandro Nouel, fue declarado el día 21 de enero, día
de fiesta nacional y religiosa en todo el territorio de la República
Dominicana.
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