domingo, 28 de febrero de 2021

De los hijos y los nietos


Generaciones | Maritza Coss

 



De los hijos y los nietos

 

Tengo la dicha de ser abuela de dos hermosos nietos.  Los nietos son como regalos del cielo que recibimos a través de los hijos.  En mi caso, con ellos, se ha reiniciado el reinado de princesas y un príncipe en la casa -hasta el momento. La princesa Valeria y el Gran Sultán Luis Alberto llenan mi espacio.  Tener nietos es como volver a ser madre, sin el compromiso y la responsabilidad directa de alimentarlos, protegerlos y amamantarlos desde la “concepción”.   Incomparables son estos amores.   Regresamos al pasado para disfrutar el presente, libres de temores y seguros de lo que podemos hacer.  Es una especie de recompensa de los hijos para los Padres.

 

En el compartir con los nietos, solo hay momentos de mimos, felicitaciones, aplausos y abrazos tan profundos, como sentir sus corazoncitos unirse con el nuestro en un solo latido. Son los abrazos más tiernos que se puedan dar y recibir; ¡es algo indescriptible, tan sublime!, que es imposible plasmarlo en una oración o frase. Se percibe y se siente en el alma y el corazón. Se nos eriza la piel, se crispa el pelo y un profundo suspiro se exhala, sintiendo algo “grandioso”, que soprepasa todo entenimiento.  Sus besos son los más limpios, aunque vengan de caritas llorosas o tiznada de colores por los lápices, acuarelas o masillas.  Todo nos parece hermoso:  las palabras que tenemos que adivinar cuando comienzan a hablar; sus canciones, el cambio de sus dientecitos de leche como les llaman, las ventanitas o espacios vacíos que quedan mientras les renace su nueva dentadura. ¡Todas esas experiencias son tan bellas!

 

Cuando mis nietos le dicen a mi hija: “queremos desayunar con los yaniqueques de abuela Maritza” no tengo palabras para expresarles lo que siento.  Soy famosa entre sus amiguitos y los padres de sus amiguitos por esos yaniqueques.  El secreto está en el amor con que los hago. Me salen tan espontáneamente bien, que todos se sorprenden lo rápido que los preparo. ¡Cuánto disfruto que comiencen a probarlos antes de ponerlos en la mesa! El sonido de sus boquitas con su ñau, ñau, ñau, pedir otro y otro balbuceando: “¡Ummm están buenos “agüela!” Esos momentitos me hacen sentir plena, querida y amada.   No hay cariño más puro en un ser humano como el que entregan los nietos.

 

 

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