lunes, 15 de febrero de 2021

Nuevo modelo para cuidado de los ancianos

Iglesia y Sociedad | Maricruz Howley/ADH



 

Vaticano solicita nuevo modelo para el cuidado de los ancianos

 

La Pontificia Academia para la vida en acuerdo con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral publicaron el 9 de febrero el documento “La vejez: nuestro futuro. La condición de los ancianos después de la pandemia”. Una reflexión sobre las lecciones sacadas a causa del COvid-19 y su propagación. Las consecuencias para hoy y el futuro cercano de nuestras sociedades.


El Vaticano solicita un replanteamiento de un nuevo modelo de cuidado a los ancianos, que favorezca la vida y atención a domicilio con un pacto entre las familias, los profesionales médicos y voluntarios para hacerlo posible en el marco de la pandemia. Este documento ha tomado en cuenta varios factores.

 

Las primeras víctimas de virus fueron los ancianos


Nos llama la atención debido a que con la primera ola de la pandemia una gran parte de las muertes, ocurrió en los lugares donde los ancianos, los más frágiles, debían estar seguros en las “residencias para ancianos”, en estos lugares la muerte por Covid-19 fue muy desmesurada. Ante esta realidad se necesita una nueva visión que permita a la sociedad cuidar mejor de nuestros ancianos.

 

El cambio demográfico


Representa un gran desafío antropológico, económico y cultural, debido a que según la OMS para el año 2050 tendremos dos mil millones de personas mayores de 60 años, o sea, una de cada cinco personas será anciana. Por esta razón el Vaticano llama a que “es esencial hacer que nuestras ciudades sean lugares inclusivos y acogedores para la vida de los ancianos y, en general, para la fragilidad en todas sus expresiones”.


El “Ser mayor es un don de Dios”


Por ello la vejez no debe ser “una edad infeliz, entendida solamente como la edad de los cuidados, de la necesidad y de los gastos para para tratamientos médicos”. Y el documento nos dice que “llegar a anciano es un don de Dios y un enorme recurso, un logro que hay que salvaguardar con cuidado”. El Dicasterio también nos dice “incluso cuando la enfermedad llega a discapacitar y surge la necesidad de una atención integrada y de alta calidad”. La pandemia ha fortalecido la conciencia en todos nosotros “de que la riqueza de los años es un tesoro que debe ser valorado y protegido”.

Por esto la asistencia debe replantear un nuevo modelo conjunto para los más frágiles inspirado en la persona. Un modelo conjunto organizado donde intervengan el cuidado asistencial entre el hogar y servicios externos. Que las residencias para ancianos puedan ofrecer sus servicios de forma directa en los hogares de los ancianos, atendiendo a sus necesidades individuales personales y sanitarias.

Integrando así la familia, la solidaridad, la amistad, la generosidad y los sentimientos comunes para responder a sus necesidades.

 

¿Qué podemos aportarnos entre generaciones?

Llama a los jóvenes a redescubrir sus raíces ayudando a sus abuelos y dándoles parte de su tiempo los jóvenes ayuden a los ancianos a volver a soñar y sentirse queridos y acogidos. El Papa Francisco ha llamado varias veces a los jóvenes a ayudar a sus abuelos como “una tarea de caridad”, una tarea de amor.

 

El punto de inflexión cultural

Con este último factor se llama a todas esferas de la sociedad y la cultura, voluntariados, artes, económicas y comunicaciones, la Iglesia y las diferentes tradiciones religiosas a “sugerir y apoyar nuevas y tajantes medidas para cuidar y acompañar los ancianos sea con su familia, en sus casas propias, y en entornos que sean más como sus hogares que como hospitales”. Este es el cambio que necesitamos implementar.


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