Reflexión Mons. Telésforo Isaac-Obispo emérito
Iglesia Episcopal/anglicana
Espiritualidad en Semana Santa 2021 y
siempre
Esta reflexión es un intento para explicar algunos
aspectos sobre una condición de individuos o grupos frente a la vida, que
conocemos como “espiritualidad”.
Espiritualidad es una tendencia personal o grupal,
una inclinación, una disposición o instinto natural, que tienen y practican
individuos o cofradías de una característica o forma de ser, vivir y
proyectarse. No es necesario que sea de origen religioso: pues, hay casos de
personas no religiosas, que asumen esta condición contemplativa; sin embargo, aquí
se tratará de exponer esta tendencia desde la reflexión cristiana y las fuentes
que emanan experiencias, relatos, incidencias, enseñanzas a partir de ejemplos
en la Santa Biblia y en la vida cotidiana.
La espiritualidad común puede florecer en una persona
que vive debidamente o que busca normalizarse por estar deprimido, extenuado
físicamente, turbado mentalmente, ofuscado psicológicamente o con sentimiento
de culpabilidad por haber pecado y quiere y aspira renovación; puede surgir
espontáneamente cuando se necesita una profunda transformación espiritual a fin
de salir airoso de esa despreciable condición para lograr estar en unidad con
Dios, en comunión fraternal con el prójimo;
y así, apreciar que está
realmente saludable y conforme con su propio estado anímico.
Los pasos para dar para la renovación de la vida
de la condición en que está sometido un alma, comienzan con el encuentro de sí
mismo y del reconocimiento de su “yo”, para abrigarlo de humildad y de las
virtuosas condiciones de fe, esperanza y amor. En las Santas Escrituras hay un
sin número de afirmaciones que avalan la fe y expresan esperanza al creyente
que bien se pueden seguir; entre esas aserciones, se citan las siguientes:
“El Señor es bueno; es un refugio en horas de
angustias: protege a los que en él confían”. (Nahúm 1: 7),
Jesús dijo: “Vengan a mí todos ustedes que están
cansados de sus trabajos y cargas y yo les haré descansar” (Mateo 11: 28).
La jornada espiritual del que busca ordenamiento
de su estado, debe ser continuada, fortalecida, consolidada y consagrada con
arraigada permanencia.
Se inicia la presunción sobre espiritualidad de la
Santa Biblia; pues, allí hay trazos de vida en algunas destacadas figuras; hay
rasgos de esta condición humana, sea como interpretación alegórica o por
exégesis.
El Salterio es la fuente más común de ejemplos de
espiritualidad personal y grupal. De forma poética o en expresiones de
exaltación literaria, hay ejemplos que dan firmeza de esto; hay, además
numerables modelos en distintas partes de la Biblia y otras fuentes de
literaturas y tradiciones históricas.
Hay diferentes aspectos de la correlación de Dios
con los seres humanos y se especifica la espiritualidad que desprende de esta
intimidad; así lo vemos de manera particular en las siguientes citas:
Salmo 1, 1-2 “Bienaventurado el que no anduvo en
consejo de malos… Sino que en la ley del Señor esta su delicia, y en su ley
medita de día y de noche”;
Salmo 16, 8-9: “Al Señor he puesto siempre delante
de mí… Por tanto, se alegra mi corazón, y se goza mi espíritu”.
Salmo 23, 1 y 6: “El Señor es mi pastor…
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”.
Salmo 42, 2: “Mi alma tiene sed de Dios.”,
Salmo 46, 1-2: “Dios es nuestro refugio y
fortaleza. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra es removida”.
Salmo 51, 11: “Crea en mí, oh, Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu firme dentro de mí”.
Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo,
mora bajo la sombra del Omnipotente”.
Salmo 125: “Los que confían en el Señor son como
el monte Sion, que no será movido, sino que permanece para siempre”.
Qué, cuándo y cómo se manifiesta la
espiritualidad.
La circunstancia de espiritualidad no se estudia
en seminarios o en instituciones de preparación teológica; sin embargo, se
estimula y se refuerza leyendo textos sagrados, escudriñando fuentes sacras o
calcando influencias ejemplares; pues, esto ayuda a robustecer el estado
inherente y propio de quien convive esta particular característica espiritual.
La vivencia de la espiritualidad no tiene
adversidades, porque es una forma de ser, pensar, actuar, relacionar de una
modalidad sui generis. No tiene aspectos en contraposición a cuestiones
materiales; más bien, es un contexto de la sensibilidad que se enfoca a una
actitud espontánea y coherente de la vida con el atributo nato de simpleza,
pureza, indulgencia y las virtudes más excelentes.
La condición de espiritualidad es una dimensión,
un designio connatural llevado a cabo que se centra en una tendencia o
fortaleza de una capacidad de moralidad religiosa o de sensibilidad humana. De
todos modos, tiene como punto de referencia el concepto que se tiene de la
propiedad natural de Dios o de un ser superior. No es propiedad de una clase
particular, es un don otorgado por una gracia y fuerza extraordinaria.
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