jueves, 4 de marzo de 2021

Reflexiones sobre la conciencia


Espiritualidad | Andrea Safier





Reflexiones sobre la conciencia

 

El catecismo de la Iglesia Católica afirma que en lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole a amar y a hacer el bien y a evitar el mal”. El ser humano tiene una ley inscrita por Dios en su corazón. “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16). En el Catecismo encontramos esta reflexión en los nn. 1777 a 1802.

 

El catecismo nos da en estos números las instrucciones sobre la conciencia, en tres momentos: primero nos da el perfil de la conciencia “moral”; luego las funciones de la conciencia y, finalmente, nos señala la tarea personal sobre la propia conciencia. Veamos cada momento.

 

1.     Perfil de la conciencia moral. ¿Qué es la conciencia moral? Nos explica el catecismo que ella es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre. Es un juicio de la razón: donde la persona reconoce la cualidad moral de un acto. Es una ley de nuestro espíritu, más allá de él. Nos dice que la conciencia está presente en el corazón de la persona (Rm 2, 14-16)

 

2.   Las funciones de la conciencia. Su primera función es instruirnos sobre el momento oportuno para el buen actuar. También tiene como función dictar para que la persona perciba y reconozca las prescripciones en la ley divina. Ella está para comunicar, instruir, gobernar. Para atestiguar y denunciar diversas acciones. Dejarse iluminar por la fe.

 

 

3.   Tarea personal sobre la propia conciencia. Toca a la persona seguir su conciencia para cultivar la prudencia para escuchar la voz de Dios y seguir la justicia. Asumir responsablemente los mensajes de la conciencia, prestar atención a sí mismo para oír y seguir la voz de su conciencia, interrogarla. Tarea será asumir los actos, tomar decisiones. Se requiere formar y educar la conciencia, iluminarla con la Palabra. También dejarse ayudar por ella y discernir la voluntad de Dios.

 

Para el Cardenal Newman, y en sintonía con el Catecismo, la conciencia es el lugar más sagrado donde acontece la relación con Dios. Es el espacio de diálogo con el Señor, más allá del cumplimiento. En el pensamiento ignaciano la conciencia se presenta como la hermosa facultad que posee el ser humano para estar sobre sí mismo, pacientemente, para crecer en verdad y autenticidad.

 

En la sociedad actual, el vivir desde la conciencia indica la seriedad con la que se acoge la vida. Es la manera de afrontar ciertos relativismos que marcan el mundo hoy. Es dirigir la vida guiada por una brújula, una voz, un lucero, que no brilla por sí mismo, sino que es conducido por el Espíritu Santo.

 

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