miércoles, 14 de abril de 2021

El samaritano, modelo de acción


Reflexión / P. Tarcisio Gaitán, CP*







El samaritano, modelo de acción en la Fratelli Tutti

 

El último en entrar en acción es un hereje y enemigo de los judíos, un excluido de la sociedad.  También él ve al herido, pero al contrario de los personajes piadosos, se deja mover por la compasión eficaz y transforma la situación del abandonado.  Ver y actuar son las dos actitudes básicas que le llevan a conmoverse por el drama del saqueado y abandonado.  Su profunda humanidad lo mueve a la acción compasiva que transforma la situación del postrado.  En contraposición a la indiferencia social que caracteriza a la humanidad y como solución a ella, el papa Francisco propone no meramente la actitud bondadosa del samaritano, sino fundamentalmente el modelo de acción que lo guía: la compasión eficaz. Solo ella es capaz de hacer resurgir lo mejor del ser humano y de empujar a la sociedad para que “se encamine a la prosecución del bien común y, a partir de esta finalidad, reconstruya una y otra vez su orden político y social, su tejido de relaciones, su proyecto humano” (FT 66).

 

Permitirse   ver   el   sufrimiento   humano es el primer paso de la compasión eficaz.  Mirar al rostro al emigrante, permitir que el llanto del desamparado llegue al corazón, sentir en la propia piel las heridas del lacerado. El rostro cristiano de Dios no es el del victorioso inmaculado sino el de Aquel que ha conocido el tormento: “¿Ustedes por qué dudan? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo” (Pc 24, 38-39). No es posible una fe que aspire a ver el rostro de Dios evadiendo el rostro de las víctimas.

 

El samaritano vio al caído y sintió hervir sus entrañas de ira y compasión. No puede haber complacencia ante la injusticia. El samaritano he-rético (según los creyentes ortodoxos) no es insensible ni un testigo pasivo del dolor humano; el sufrimiento le resulta insoportable. Por eso no huye ni se refugia en dogmas o en doctrinas; está más interesado en la dignidad humana que la solemnidad del culto.  Aferrarse a la identidad del grupo excluye la posibilidad de volverse prójimo, conduce al individualismo y atenta contra la fraternidad humana y la amistad social (FT  102-103).  La compasión asemeja al samaritano con Jesús.  De hecho, el Evangelio describe la conmoción que experimenta el samaritano con el término espera, “un verbo que en el NT es exclusivo de los sinópticos y que se aplica preferentemente a los sentimientos que Jesús experimenta ante la humanidad postrada por el hambre, la enfermedad o el dolor”.

 

La indignación que arde en el corazón del samaritano se con-vierte en acciones de solidaridad compasiva para con el herido: “Se acercó, vendó sus heridas y echó en ellas aceite y vino; lo montó luego sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él” (Pc 10, 34). La seguidilla de verbos describe el proceso de implicación del samaritano en el problema del ultrajado. Su caridad no es un sentimiento estéril, no lo paraliza en la inacción.  Es el amor eficaz  que  lo  mueve  a  hacerse  responsable  del  mal del mundo y a tomar medidas para  superarlo.  Quien ve el sufrimiento con ojos compasivos no se queda en disquisiciones paralizantes. El amor lo urge a actuar para superar la injusticia. Y en esa tarea compromete toda su vida, inclusive su futuro: “si gastas más, cuando regrese te lo pagaré” (Pc 10, 32).

 

En un mundo fragmentado y polarizado, el principio de la solidaridad real ejercido por el samaritano es el modelo de acción que impulsa a pensar y gestar un mundo sin fronteras (ver FT 3-4) transformado por la caridad política que posibilite a todos los seres humanos ser invitados de primer orden al banquete de la vida.  Es necesario cambiar la mirada, experimentar el clamor del pueblo asaltado, de las familias rotas por la insensibilidad de quienes niegan el derecho a la migración. Que ese clamor llegue a lo más profundo del creyente para que direccione su vida a la noble tarea de la dignificación de todas las víctimas.

 

*Es religioso pasionista colombiano, docente de Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y miembro del ETAP.

La reflexión es parte de su artículo El samaritano que se hizo prójimo, clave teológica y espiritual de la Fratelli Tutti.



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