martes, 6 de abril de 2021

Es real la Resurrección


Reflexión | Alberta Encarnación





Es real la Resurrección

¿Cómo la puedo sentir?

 

Paso a paso, vamos formando el dibujo, con la cruz en nuestra frente nos vamos preparando para entender ese desierto que vivió el Cristo. Una cosa nos lleva a la otra, los días nunca son iguales; cada domingo en las celebraciones eucarísticas se vive una experiencia que nos lleva a poder decir: ¡Feliz pascua de Resurrección!

 

No sentir el dolor de los latigazos, ni los clavos que lo ciñe al madero y dejaron huellas en sus manos y en sus pies, aquella lanza que unos de los soldados incrustaron en su costado; para mitigar su sed le dieron vinagre, esa corona de espinas, que al ponerla en su cabeza reveló su rostro en el manto santo.

 

Recordemos a María con su hijo en sus brazos, su rostro ensangrentado, y el dolor de ella como madre, que aceptaba la voluntad de Dios altísimo; la María humana, que lo llevó en su santo vientre, la que amamantó al hoy Resucitado.

 

Después de los días de pasión y muerte, la Pascua de resurrección nos deja un sabor dulce, una alegría de grupo entre los Cristianos Católicos; porque sabemos que la resurrección es real, porque se puede sentir, se puede expresar con la fuerza de la fe.

 

La fe que nos permite entender lo incomprensible a los ojos de los que no creen en Dios, de aquellos que desde su espacio de confort podrían debatir por horas muertas su postura ante el misterio de Jesús hoy resucitado.

 

Hay algo de lo que puedo estar casi segura es que, al menor rasguño, ante las situaciones difíciles estos incrédulos alzan su vista al cielo infinito y piden un milagro…  ¡Aclaman a Dios! Esto es real y pasa a menudo, mucho más de lo que pensamos.

 

Y el misterio de Dios, se manifiesta grandemente en ellos, porque el amor de Dios es universal. Este amor no tiene color, ni raza, todos somos iguales ante El.

 

Salimos de la tumba, de nuestra falta de fe, de nuestro encierro en la postura ante una situación determinada, resucitamos con El cuando escuchamos que nos llama por nuestro nombre y respondemos a su llamada. Se nos presenta de forma personal, nos acoge y limpia nuestras llagas, lava nuestros pies como lo hizo esa última cena con sus discípulos, se sienta a nuestro lado y suele hacernos sentir felices sin motivo alguno, y es ahí cuando creo que a Jesús recitado lo puedo sentir y es real su resurrección. 

 

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