lunes, 5 de abril de 2021

La cruz ¿centro del cristianismo?


Miradas cristianas | José Ignacio González Faus

 

 



La cruz ¿centro del cristianismo?

El crucificado, más bien


 Quienes pretenden que esa afirmación del título es una muestra del masoquismo cristiano, solo ponen de relieve lo atrevida que puede llegar a ser la ignorancia. Digamos en su descargo que esa afirmación es algo imprecisa: lo que quiere decir es que el Crucificado es el centro del cristianismo.

 

 

Y esto sugiere una primera aclaración: no puede haber crucificados sin alguien que los crucifique: uno podrá azotarse o maltratarse a sí mismo, pero no puede crucificarse a sí mismo. (N.B. En un sentido metafórico hablamos, con Jesús, de “llevar la propia cruz”: se puede cargar con una cruz pero no es posible clavarse en ella). Hecha esta precisión terminológica elemental, podemos ver qué significa eso de que el Crucificado es el centro del cristianismo.

 

 

Cristo crucificado

 

En primer lugar nos descubre una dura ley histórica: siempre que alguien se pone a favor de los de abajo: de los pobres, de las víctimas y de los maltratados, corre el riesgo de que acaben quitándolo de en medio violentamente. No hace falta apelar a Jesucristo como prueba: pensemos en nombres no católicos como Gandhi, como Nelson Mandela y hasta como Espartaco.

 

 

En segundo lugar, quienes crucifican no son los malos, sino los oficialmente buenos. Y lo hacen en nombre de las más grandes palabras y los más grandes valores: como Dios, la democracia, la libertad… “Llega la hora en que los que os maten creerán hacer un servicio a Dios” había dicho Jesús. Y a él no lo mataron los publicanos, ni las prostitutas, ni los zelotes, sino los sumos sacerdotes y el Sanedrín.

 

 

En tercer lugar, eso nos lleva a una disyuntiva fundamental. O nuestra historia no es más que la hipocresía de un progreso del que presumimos, pero que está labrado sobre cadáveres de víctimas inocentes… ¿O?: o resulta que la muerte de aquellos crucificados es nacimiento a una vida más alta y hasta sirve de perdón para los mismos verdugos. Este es el mensaje del cristianismo. Increíble; pero el único que da sentido a esta historia cruel, ante la que cerramos los ojos tan tranquilamente. El Resucitado es precisamente el Crucificado. No otro, por mucho que pueda haber triunfado en la historia.



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