viernes, 9 de abril de 2021

La educación de niños y niñas


Espiritualidad del Corazón / Hans Kwakman/CorNovum

 




Educación de niños y niñas:

La formación del buen comportamiento

   

No puedes ser una buena persona si no has sido educado para serlo. Por consiguiente, en “Amoris Laetitia” (sobre el Amor en la familia), el Papa pone especial énfasis en lo que él llama “la educación moral” del niño. Al hacerlo, es necesario “recordar la importancia de las virtudes”, dice (AL 206). Una vida virtuosa impide que la persona se convierta en esclava de sus propias tendencias egoístas, escribe (AL 267). Después de todo, la libertad humana se moldea, fortalece y alimenta por una vida conforme a los valores humanos.

    

Durante la infancia y la adolescencia, la educación para ser una persona de bien es de suma importancia en la familia. Esta es “la primera escuela” donde los niños aprenden a abrazar esos valores y hacer un uso adecuado de su libertad, afirma el Papa. (AL 274).

    

En la familia se aprende a comportarse con los demás, a escuchar, compartir, tolerar, respetar y ayudarse mutuamente (AL 276). “Muchas personas actúan toda la vida de una determinada manera porque lo han aprendido así desde su infancia y consideran que está bien” (AL 274). “Así es como me enseñaron”. “Eso es lo que aprendí a hacer”. (AL 274).

     

Los niños aprenden a portarse bien y a adoptar valores humanos cuando los padres y otros educadores entablan conversación con ellos, escribe el Papa. Ellos enseñan a los niños la importancia de los valores, principios y normas, sin imponerlos como órdenes o instrucciones. (“hazlo porque yo lo digo”), sino hablándoles de su propia experiencia. Al hacerlo, se debe utilizar un lenguaje que los niños puedan entender (AL 264).

   

      Al hablar de ello en familia, los niños también aprenden a escuchar con sentido crítico los mensajes que transmiten los diversos medios de comunicación (AL 274).

    

    

Momento de reflexión

 

“Los padres confían con razón

a las escuelas

la educación básica de sus hijos.

Pero su educación moral

nunca la pueden delegar completamente en otros.

El desarrollo moral de una persona

se basa en última instancia en la experiencia

en la familia

ya que los padres son dignos de confianza

 

A través del amor por sus hijos

y el buen ejemplo que dan,

Los padres inculcarán en sus hijos

confianza y cariñoso respeto.

 

Cuando los niños ya no perciben

que, a pesar de sus errores,

son importantes para sus padres,

o ya no notan

que sus padres están realmente preocupados por ellos,

soportarán sin duda

 un profundo dolor y una gran carga

en su camino hacia la edad adulta.

 

La sensación de estar abandonados a su propia suerte

causa más dolor a los niños

que la reprimenda que algunas veces recibirán

por algo que han hecho mal”.

 

(Papa Francisco, Amoris Laetitia n. 263 – traducción libre)

 

 

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