Forjando Vivencias | Juan F. Puello Herrera
La tristeza no viene de Dios
|
La
tristeza es un estado anímico que cuando se prolonga en el tiempo puede tener
consecuencias nefastas en nuestra relación con Dios. Se dice entonces que la
tristeza es un “enemigo oscuro y sórdido que corroe de manera taimada lo mejor
que hay en nosotros.
Es
la trampa favorita del Maligno que busca desestabilizarnos y destruirnos como
la “polilla al vestido y la carcoma a la madera dañando nuestro corazón” (Proverbios
25,20).
La
extensión del mal que pulula en el mundo no necesita que le hagamos el juego a
la estrategia del Maligno agregándole tristeza, ya que esta no permite salir
de la oscuridad en que estamos instalados impidiendo que superemos las angustias
que de por sí trae la existencia.
Un
proverbio chino dice que no se “puede evitar que el pájaro de la tristeza vuele
sobre tu cabeza; sin embargo, puedes evitar que anide en tu caballera”. Por
tanto, es un excesivo riesgo que se corre cuando alguien se entrega a una
excesiva tristeza porque esta elimina totalmente el valor que nos identifica
como personas de fe.
El
remedio contra una aflicción prolongada es la alegría de amar y sentirse amado,
alegría que nace del bien, que solo se encuentra mirando hacia lo alto y
teniendo a Jesús como el único que puede cambiar las penas en gozo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...