miércoles, 26 de mayo de 2021

Jornada del Migrante y Refugiado


Actualidad | Ciudad del Vaticano





Jornada del Migrante y Refugiado:
"Los nacionalismos cerrados nos dividen"

 

“Hacia un nosotros cada vez más grande”, es el título del Mensaje del Santo Padre Francisco para la próxima Jornada del Migrante y del Refugiado que se celebrará el 26 de septiembre.


La reflexión del Santo Padre se realiza en un contexto en el que “los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como en la Iglesia”. En este marco, el Pontífice aboga por un futuro en el que la Iglesia sea “cada vez más inclusiva” con los migrantes y refugiados de otras confesiones para desarrollar el diálogo ecuménico e interreligioso, y en el que el mundo se “enriquezca con la diversidad y las relaciones interculturales” y las fronteras se transformen en “lugares privilegiados de encuentro”.


Salir a las calles de las periferias existenciales para curar a los heridos y buscar a los perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a ensanchar su tienda para acoger a todos


Un camino común en un mundo en crisis

Francisco revela esta preocupación suya -ya expresada en la encíclica Fratelli tutti- al comienzo de su Mensaje, firmado en San Juan de Letrán el 3 de mayo, fiesta de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago. A esta preocupación el pontífice acompaña un deseo: “Que al final ya no haya 'los otros', sino sólo 'nosotros'“. Y es precisamente “nosotros” el leitmotiv del documento papal titulado “Hacia un nosotros cada vez más grande”, elegido -explica el Papa- para “indicar un horizonte claro para nuestro camino común en este mundo”.

 

Un mundo que con la emergencia sanitaria atraviesa uno de sus momentos de mayor crisis, en el que “el 'nosotros' querido por Dios” parece haberse “roto y fragmentado, herido y desfigurado”.

 

“Los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como dentro de la Iglesia”, denuncia el Papa Francisco. “El precio más alto lo pagan los que más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, los que habitan las periferias existenciales”.

 

En realidad, “estamos todos en el mismo barco”, reiteró el Papa, recordando las palabras elevadas al cielo en la oración por el fin de la pandemia el 27 de marzo de 2020, en una desierta plaza de San Pedro. “Todos estamos en el mismo barco” y, precisamente por eso, “estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, no haya más otros, sino un solo nosotros, tan grande como toda la humanidad”.

 

Una Iglesia cada vez más inclusiva

A los católicos, el obispo de Roma les pide que “sean cada vez más fieles a su ser católico”. “La catolicidad de la Iglesia, su universalidad, es una realidad que pide ser acogida y vivida en todos los tiempos, según la voluntad y la gracia del Señor que ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el final de los tiempos. Su Espíritu nos hace capaces de abrazar a todos para hacer comunión en la diversidad, armonizando las diferencias sin imponer nunca una uniformidad que despersonalice”, escribe.

 

“En el encuentro con la diversidad de los extranjeros, los migrantes, los refugiados, y en el diálogo intercultural que puede resultar, se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente. En efecto, dondequiera que se encuentre, todo bautizado es de derecho miembro de la comunidad eclesial local, miembro de la única Iglesia, habitante de la única casa, miembro de la única familia”.

 

Atender a los heridos, sin prejuicios ni miedo

Concretamente, explica el pontífice, es necesario comprometerse, “cada uno a partir de la comunidad en la que vive”, para que “la Iglesia sea cada vez más inclusiva” y pueda, en consecuencia, “salir a las calles de las periferias existenciales para curar a los heridos y buscar a los perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a ensanchar su tienda para acoger a todos”.

 

“Entre los habitantes de las periferias encontraremos a muchos emigrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata, a los que el Señor quiere que se manifieste su amor y se anuncie su salvación”, dice el papa Francisco. “Los encuentros con migrantes y refugiados de otras confesiones y religiones son terreno fértil para el desarrollo de un diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor”.



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