martes, 22 de junio de 2021

El trasplante de órganos


Ética | Jahuil Alexander Doroteo, MSC





El trasplante de órganos

 

Este procedimiento constituye una gran esperanza para muchas personas y es una novedad de la medicina. El mismo consiste en poner, por medio de la cirugía en el cuerpo humano, un tejido u órgano de otra persona o animal para que reemplace las funciones del dañado. En este orden decir que hay tres tipos de trasplantes de órganos, tales como el autotrasplante, que es del mismo cuerpo, el homotrasplante, cuando se realiza de la misma especie y el heterotrasplante el cual hace referencia al tejido que viene de otra especie. Además, este progreso de la medicina tiene sus implicaciones éticas, las cuales tenemos, el consentimiento informado, el diagnóstico de la muerte, la alteración de la personalidad y el carácter experimental.

 

Un problema mayor se presenta cuando hablamos del trasplante de tejido fetal. En este sentido se plantean los temas del aborto, el respeto a la vida humana y la dignidad del embrión

 

En este sentido, el homotrasplante puede ser realizado de un vivo a otro vivo y de un muerto a un vivo. El primer caso tuvo sus repercusiones negativas a nivel de la ética al principio, pero en la actualidad, desde la caridad se motiva a la donación de órganos. No olvidando las informaciones adecuadas para el donante y el receptor. Por ello ambos deben conocer los beneficios y riesgos de este procedimiento. El segundo caso es planteado como una buena alternativa para no recurrir a la donación por parte de un ser vivo. Esto implica unas consideraciones éticas para hacerlo, tales como verificar que la persona esté muerta, y que haya dejado por escrito su consentimiento antes de morir.

 

Por ende, en la reflexión moral sobre la donación de órganos, se manifiesta la licitud de renunciar a la integridad propia para responder a las necesidades del hermano. Desde la moral de la Iglesia Católica, esto se considera como una entrega y encarna la identidad del don que hay en la persona aún después de la muerte. En otro tenor, tenemos las prótesis artificiales que posee sus problemas éticos al buscar sustituir un órgano dañado por una prótesis artificial. De esta manera se reconoce el avance al hablar de brazos, codos, caderas artificiales; pero esto no es así al querer sustituir un órgano por otro artificial. Lo que hay de fondo es el carácter experimental como garantía, pero puede ser la esperanza para las futuras generaciones.

 

Un problema mayor se presenta cuando hablamos del trasplante de tejido fetal. En este sentido se plantean los temas del aborto, el respeto a la vida humana y la dignidad del embrión. En este sentido el teólogo expresa que la aprobación de este procedimiento es posible si la mujer ha sufrido un aborto indirecto y si se consiente el sí de los familiares del no nacido. Por el contrario, esto cambia cuando los embriones son obtenidos por la fecundación artificial con la finalidad de fabricar materiales para trasplantes. Nuestro autor ante esto nos dice que no se debe aceptar, porque ellos son sujetos de derechos. Esto quiere decir que desde el momento de la concepción son personas y deben ser tratados con dignidad.

 

Referencia: Alburquerque, E., Bioética Una apuesta por la vida, Madrid, 2002, pp. 151-161.

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