Reflexión | Telésforo Isaac, Obispo Emérito Iglesia Episcopal /anglicana
Nacimiento de Juan el Bautista
El cristianismo conmemora la memoria de Juan el
Bautista, el 24 de junio de cada año. Hay relatos de este personaje, de su
nacimiento, ministerio profético y el hecho de bautizar a Jesús el Cristo, ser
víctima de encarcelamiento y martirizado por denunciar circunstancias de
perversidad de los gobernantes en Israel. (Mateo 14: 1-12; Marcos 6: 14-29; Lucas 9: 7-9).
Hay nombrados individuos
en la historia y en las Sagradas Escrituras que son recordadas, conmemoradas o
celebradas por sus hazañas históricas, atípicas vidas, acciones en la política,
investigaciones científicas, acervo cultural, producciones literarias, santidad
religiosa, o por influencia en los principios cívicos o morales. Juan el
Bautista es una de las sobresalientes personalidades en cualquiera de esa
clase. Es un personaje bíblico con un historial de múltiples facetas. Fue
contemporáneo de Jesús de Nazaret y de su parentesco. (01-33 A.D).
Es interesante el relato
acerca del nacimiento de Juan el Bautista; pues, sus padres eran esposos de
edad avanzada y su madre Isabel era estéril. Zacarías su padre, tuvo una
revelación que su esposa tendría un hijo. Estos fueron sorprendidos de saber
que, a pesar de su ancianidad, tendrían un hijo, al que le pondrían de nombre
Juan, y este será grande delante de Dios.
La narración continua con
el hecho de que Isabel era pariente de María, la madre de Jesús nuestro Señor,
y ella fue a visitarla. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le
estremeció en el vientre y llena del Espíritu Santo, expresó: “¡Dios te ha
bendecido más que a todas las mujeres, ha bendecido a tu hijo!”. Ante
ese halago, místico profético, María proclamó el cántico conocido como el “Magníficat”: -
“Mi alma alaba la grandeza del Señor, mi espíritu se alegra en Dios mi
Salvador”. (Lucas 1:46-55).
Siguiendo la secuencia de
la leyenda acerca de Juan, se destaca como profeta y “enviado a allanar el
camino del que vendría con una vocación extraordinaria, ser llamado profeta del
Dios altísimo, porque iría delante del Señor, preparando sus caminos, para
hacer saber a su pueblo que Dios les perdona sus pecados y les da salvación”.
(Lucas 1:1-15; Juan 1:14-27).
Juan fue muy austero,
comía, vestía, y vivía de manera estrafalaria en lugares desérticos. Junto al
rio Jordán, predicaba, diciendo a la gente; “Que ellos debían volverse a
Dios y ser bautizados para, que Dios les perdonara sus pecados”. Cuando
la gente salía para que Juan los bautizara, él les decía: “¡Raza de
Víboras!” – “El que tenga dos trajes, dele uno al que no tiene
ninguno; y el que tenga comida, compártala con el que no la tiene”. Por
otra parte, él dio testimonio de Jesucristo al decir: - “yo soy una voz
que clama en el desierto… yo bautizo con agua; pero entre ustedes hay uno que
no conocen y que viene después de mí. Yo ni siquiera merezco desatarle las
correas de sus sandalias”; él se refiere a Jesús el hijo de Dios.
(Mateo 3:1-12; Marcos 1:1-8; Lucas 3:1-14; Juan1:19-28).
Además de anunciar la
“buena noticia” a la gente, Juan reprendió a Herodes, el gobernador, porque
tenía por mujer a Herodías, la esposa de su hermano, y este metió a Juan a la
cárcel, por injuria.
El evangelio de San Mateo
14: 3-12, narra lo siguiente: “Es que Herodes había hecho arrestar y
encarcelar a Juan. Lo hizo por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo,
pues, Juan había dicho a Herodes: No debes tenerla como tu mujer”.
Herodes, que quería matar a Juan, tenía miedo de la
gente… pero en su cumpleaños, la hija de Herodías salió a bailar delante de los
invitados, y le gustó tanto a Herodes que le prometió bajo juramento darle
cualquier cosa que pidiera. Ella entonces, aconsejada por su madre, dijo a
Herodes: - “Dame en un plato la cabeza de Juan el Bautista”. El
gobernador ordenó cortarle la cabeza a Juan en la cárcel; luego la llevaron en
un plato y se la dieron a la muchacha, ella se la entregó a su madre. La muerte
de Juan es uno de los episodios más horribles de un ejecutivo de Estado.
Degradación que se debe aborrecer y denunciar.
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