Matrimonio y Familia | Bonifacio Fernández
La encina y el tilo
Es un mito griego. Habla de un matrimonio. Marido
y mujer son ancianos. Y pobres. Se llaman Filemón y Baucis. Viven en una casa
pobre, pero de puertas abiertas. Sucedió que un día los dioses se disfrazaron
de mendigos. Llegaron a la ciudad. Y no encontraron acogida. Después de buscar
y buscar descubrieron la choza del matrimonio de vida serena, fiel y duradero.
Hasta los dioses se sorprendieron del entrañable amor matrimonial de la anciana
pareja.
Los dioses disfrazados de mendigos se sintieron
llenos de agradecimiento y admiración. Llevados por esos sentimientos hicieron
una promesa a Filemón y Baucis. Cumplirían los deseos que la fiel pareja
tuviera bien pedirles. Y ellos, enamorados, le pidieron la gracia de morir
juntos y abrazados. Y convertirse en árboles. Los dioses con entrañable
benevolencia se lo concedieron.
Al día siguiente de su muerte en el lugar de su
vivienda habían crecido dos árboles enhiestos, una encina y un tilo. Se miraban
uno a otro. Y todo el mundo que pasaba por el lugar podía ver claramente cómo
se entrelazaban y abrazaban sus ramas. Y podían percibir los mensajes
no-verbales que se repetían uno al otro: Te quiero, Te quiero. Todos sabían que
eran la memoria espléndida de un gran amor fiel. Hasta la muerte y en la misma
muerte.
Este antiguo mito lo cuenta el poeta Ovidio. Ha
pasado mucho tiempo desde entonces. Pero en estos tiempos de fragilidad de la
relación amorosa, es muy conveniente recordar esta bella historia antigua. Sin
duda, la estabilidad y la fidelidad corresponden a la más profunda aspiración
del amor conyugal e inmortal.
Publicado en Ciudad Redonda
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