Generaciones | Alexis Cifuentes/ADH
Las palabras que consuelan
Con motivo de la próxima Jornada Mundial de los
Abuelos y de las Personas Mayores, el papa Francisco ha enviado el Mensaje para
la ocasión, en el cual el mismo, como anciano, se identifica y se muestra en la
misma condición de sus destinatarios: los abuelos y mayores.
Siguiendo a Jesús en el evangelio de Mateo, (cf.
Mt 28,20), les comunica su promesa a quienes le siguen: Jesús está con
nosotros, no nos abandona, seguimos la ruta de la vida, del amor, cuando
permanecemos con él: “Yo estoy contigo todos los días” (cf. Mt 28,20) es la
promesa que el Señor hizo a sus discípulos antes de subir al cielo y que ha de
resonar en los abuelos y mayores.
Esas palabras consoladoras y confirmadoras de
nuestra andadura por la vida, las dirige el papa en su condición de ancianos,
igual que ellos. “Yo estoy contigo todos
los días” son también las palabras que como Obispo de Roma y como “anciano
igual que tú me gustaría dirigirte con motivo de esta primera Jornada”.
La promesa de Jesús, dice de su presencia
implícita en la vida de quienes buscan el amor, la justicia y la paz; y de
forma explícita también en quienes dedican su vida a hacer visible esos valores
del Evangelio en el mundo.
Dirigiéndose el Mensaje especial a ese tramo de la
vida, donde para muchos, todo se reduce al ocaso que anuncia la oscuridad, el
Papa abre una luz desde la fe y la esperanza cristiana y les recuerda a sus
destinatarios, que “ Toda la Iglesia está junto a ti —digamos mejor, está junto
a nosotros—, ¡se preocupa por ti, te quiere y no quiere dejarte solo!
De modo muy realista pero mirando más allá, el
autor se hace consciente que la celebración llega en momentos difíciles, de la
pandemia que afecta a toda la humanidad.
Soy muy consciente de que este mensaje te llega en
un momento difícil: la pandemia, a nosotros mayores nos ha reservado un trato
especial, un trato más duro. La fe no esconde la dureza de la vida en
ilusiones. Es cierto, “Muchos de nosotros se han enfermado, y tantos se han ido
o han visto apagarse la vida de sus cónyuges o de sus seres queridos. Muchos,
aislados, han sufrido la soledad durante largo tiempo”.
Pero, no hay que olvidar que al Dios Padre esto le
atañe, porque él no es indiferente a nuestras situaciones humanas: “El Señor
conoce cada uno de nuestros sufrimientos de este tiempo. Está al lado de los
que tienen la dolorosa experiencia de ser dejados a un lado. Nuestra soledad
—agravada por la pandemia— no le es indiferente”.
Joaquín, el abuelo de Jesús
Una tradición narra que también san Joaquín, el
abuelo de Jesús, fue apartado de su comunidad porque no tenía hijos. Su vida
—como la de su esposa Ana— fue considerada inútil. Pero el Señor le envió un
ángel para consolarlo. Mientras él, entristecido, permanecía fuera de las puertas
de la ciudad, se le apareció un enviado del Señor que le dijo: “¡Joaquín,
Joaquín! El Señor ha escuchado tu oración insistente”.[1] Giotto, en uno de sus
famosos frescos,[2] parece ambientar la escena en la noche, en una de esas
muchas noches de insomnio, llenas de recuerdos, preocupaciones y deseos a las
que muchos de nosotros estamos acostumbrados.
Desde esa narración, enfatiza la presencia del
Señor, que en medio de la pandemia, “sigue enviando ángeles para consolar
nuestra soledad y repetirnos: ‘Yo estoy contigo todos los días’”. Esto te lo
dice a ti, me lo dice a mí, a todos, observa el papa Francisco.
Por lo que ha expresado se atreve a proponer
celebrar por primera vez la Jornada, porque ahí está su sentido: “he querido
celebrar por primera vez precisamente este año, después de un largo aislamiento
y una reanudación todavía lenta de la vida social. ¡Que cada abuelo, cada
anciano, cada abuela, cada persona mayor —sobre todo los que están más solos—
reciba la visita de un ángel!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...