Cultivemos la paciencia

Valores | Audy Sánchez/Redacción ADH

Cultivemos la paciencia

En la vida actual ser paciente no es un valor que esté de moda, producto de la rapidez con la que se maneja el ser humano en distintos ámbitos de la vida; sin embargo, al cultivar la virtud de la paciencia lograremos buenos resultados y podremos soportar los contratiempos y dificultades que se presenten.  

Es un valor que se trabaja de forma constante con esfuerzo y dedicación, aún reconociendo que nos equivocaremos al tratar alcanzarla

Ser pacientes nos ayuda a afrontar dudas, frustraciones, malos entendidos, adversidades y molestias para un mejor equilibrio emocional. En cambio, la falta de ella nos lleva a cometer muchos errores, entre otros: actuar de manera impulsiva, reaccionar en muchos casos, con ira, además de elevar nuestro nivel de estrés.  

 

Pero, tal y como señala el papa Francisco en la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia (n. 91), “tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos”, tampoco es “…que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la voluntad propia”, señala que la paciencia “se afianza cuando reconozco que el otro también tiene derecho a vivir en esta tierra junto a mí…”.

 

La paciencia no se adquiere en un instante, tampoco es algo que nos “cae del cielo”, es un valor que se trabaja de forma constante con esfuerzo y dedicación, aún reconociendo que nos equivocaremos al tratar alcanzarla. Así que para ser pacientes lo primero es reconocer que no lo somos, observar nuestras debilidades, ser más positivo, buscar soluciones, etc.

 

En conclusión, todo lo que rodea la paciencia es provechoso para el ser humano, ya que evitaremos entrar en conflicto con nosotros mismos y con las demás personas. La biblia señala en Sant 1, 3-4 que: “Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada”.

 

Fuente: Amoris laetitia