Comentario | José Antonio Pagola
Vivir con pocas cosas
¿Qué ha podido pasar para distanciarnos tanto de
aquel proyecto inicial de Jesús? ¿Dónde ha quedado el encargo del Maestro?
¿Quién sigue escuchando hoy sus recomendaciones?
Pocos relatos evangélicos nos descubren mejor la
intención original de Jesús que este que nos presenta a Jesús enviando a sus
discípulos de dos en dos, sin alforjas, dinero ni túnica de repuesto.
Basta un amigo, un bastón y unas sandalias para
adentrarse por los caminos de la vida, anunciando a todos ese cambio que
necesitamos para descubrir el secreto último de la vida y el camino hacia la
verdadera liberación.
No desvirtuemos ligeramente el encargo de Jesús.
No pensemos que se trata de una utopía ingenua, propia quizá de una sociedad
seminómada ya superada, pero imposible en un mundo como el nuestro.
Aquí hay algo que no podemos eludir. El
evangelio es anunciado por aquellos que saben vivir con sencillez. Hombres y
mujeres libres que conocen el gozo de caminar por la vida sin sentirse esclavos
de las cosas. No son los poderosos, los financieros, los tecnócratas, los
grandes estrategas de la política los que van a construir un mundo más humano.
Esta sociedad necesita descubrir que hay que
volver a una vida sencilla y sobria. No basta con aumentar la producción y
alcanzar un mayor nivel de vida. No es suficiente ganar siempre más, comprar
más y más cosas, disfrutar de mayor bienestar.
Esta sociedad necesita como nunca el impacto de
hombres y mujeres que sepan vivir con pocas cosas. Creyentes capaces de mostrar
que la felicidad no está en acumular bienes. Seguidores de Jesús que nos
recuerden que no somos ricos cuando poseemos muchas cosas, sino cuando sabemos
disfrutarlas con sencillez y compartirlas con generosidad. Quienes viven una
vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican hoy la
conversión que más necesita nuestra sociedad.
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