Biblia | P. William Arias
Llevar la Biblia y dejarse llevar por la Biblia
Algo bueno hoy
día es que hay gente que lleva la Biblia para todas partes, y la mencionan en
cada frase que hablan, pero lo triste, y este es el caso, que no se dejan
llevar por la Biblia, no ponen en sus vidas lo que ella dice y enseña, por que
el asunto sería no solo llevarla, sino dejarnos llevar por ella; tal parece que
llevarla puede cualquiera, pero el dejarse llevar solo de gente seria y santa.
Desde que los
sectarios, como bien los clasificó Mons. Flores, aparecieron llevando su Biblia
debajo del brazo, a semejanza de algunos por ahí que así llevaban sus libros,
dándoles el mote de “sobacos ilustrados”, se hizo normal entre nosotros
identificar al que llevaba la Biblia de esa manera, saber que pertenecía a una
de esas sectas nacientes o salidas de la nada. También algunos católicos
comenzaron a interesarse por las Sagradas Escrituras y a llevar su Biblia, no
tal vez de la misma manera, debajo del brazo, pero sí la llevaban.
El que
católicos y protestantes llevasen la Biblia ya era una gran cosa, y un gran
avance a nivel católico gracias al Concilio Vaticano II, y también a los mismos
sectarios que con sus polémicas muchas veces supieron poner entre la espada y
la pared, a nivel bíblico, a los católicos pocos conocedores del libro sagrado
y solo imbuídos de su religiosidad traducida en plegarias y devociones. Tal vez
hoy día se han nivelado las cosas un tanto, y como dicen por ahí, ya no agarran
“asando batata” a cualquier miembro de la Iglesia católica, en cuestiones
bíblicas. Pero la cuestión es no solo llevarla, sino como hemos dicho, dejarse
llevar, pues la Biblia no es un libro de exhibición, sino de acción, capacita
al creyente para saber actuar en nombre de Dios en medio de este mundo, le
comunica la buena nueva de salvación de Cristo y lo pone en camino hacia su
Señor.
Es lamentable y
de muy mal gusto ver gente que está en entredicho moralmente por actos
corruptos llevar una Biblia, decirse que es un conocedor de ella, citarla
incluso demagógicamente para su defensa, entonces uno se pregunta: ¿Dónde la
tenía antes?, ¿Qué era lo que leía?, ¿Qué era lo que interpretaba?, la
respuesta es que solo la llevaba, solo la exhibía, y si algo leía, caso omiso
hacia a su mensaje o acotejaba su interpretación a sus intereses y si
encontraba algo que fuera claro y evidente directo a su conciencia, seguro que
lo acallaba, pues como dice el Apóstol la palabra de Dios no está encadenada (2
Tim 2,9) y menos la que esta contenida en este libro sagrado.
A nivel de
nuestra nación llevamos la Biblia en nuestro escudo, y hay quienes quieren que
la quiten por razones ideológicas, pero lo interesante es que nuestro proyecto
de sociedad, en sus comienzos iba muy de la mano con la fe y con la palabra de
Dios, ciertos intereses lo troncharon, y todavía hoy nuevos intereses lo
impiden, pero si el pueblo dominicano se dejase llevar por los sanos y santos
valores que enuncia la palabra de Dios contenida en la Biblia, otro gallo
cantaría en nuestro patio, tal vez todos estos escándalos de corrupción y las
mafias que manejan las instituciones del Estado y más, no estarían presentes
entre nosotros, y la justicia, la equidad y la paz fueran nuestro norte y no la
desaprensiva vocación de querer sustraer lo que es de todo, para beneficios y
proyectos individualista en desmedro de la patria. La Biblia está en el centro
de nuestro escudo como debe estar en el centro de nuestros corazones, guiando
nuestro actuar en sociedad y contribuyendo al bien común del país.
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