Vida Religiosa | Alfa
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Tras las huellas de
Domingo
A partir del 6 de agosto
dará comienzo la iniciativa Dominicanus Challenge, un itinerario geográfico y
espiritual por los lugares que vieron nacer y desarrollarse la monumental
figura de santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores.
“De momento estamos cerca
de los 400 inscritos y prevemos muchos más para cuando empiece”, afirma José
Vicente Vila, presidente de las Fraternidades Laicales Dominicanas en España. La
idea surgió cuando una monja dominica de Orihuela conoció las diferentes
peregrinaciones virtuales organizadas por el grupo de Pastoral Juvenil de la
diócesis de La Rioja. “Nos propuso crear una peregrinación sobre santo Domingo
y, junto con un fraile dominico estudiante y varios laicos, nos pusimos manos a
la obra”, señala José Vicente Vila.
La peregrinación virtual
consta de 13 etapas, cada una relacionada con algún lugar significativo en la
vida de santo Domingo: Caleruega, Palencia, El Burgo de Osma, Madrid, Segovia,
Montpellier, Fanjeaux, Pruille, Toulouse, Carcassonne, París, Roma y Bolonia.
Cada una de las etapas
comienza con una presentación a cargo de san Juan de Sajonia, sucesor de santo
Domingo al frente de los dominicos y principal fuente biográfica del santo; le
sigue una pequeña reflexión de cuatro minutos y una propuesta de oración, para
concluir con un breve testimonio en vídeo y unas pistas para la resolución de
un enigma que se desvelará al final de la peregrinación.
Dominicanus Challenge “no
es una iniciativa orientada únicamente a los dominicos, sino que queremos
llegar, en un formato divulgativo y muy actual, a todos aquellos que no
conozcan la figura de santo Domingo, porque seguro que les acabará
sorprendiendo para bien”, concluye el presidente de las fraternidades laicas.
Aquí se dio a los pobres
Aunque nació en Caleruega
(Burgos), a los 14 años se marchó a estudiar a Palencia, en cuya catedral
estaba el primer estudio general que hubo en España, embrión de las futuras
universidades. “Aquí inició su formación como sacerdote”, indica José Vicente
Vila, responsable de las Fraternidades Laicales Dominicanas en España, “y aquí,
durante una hambruna que asolaba Castilla, vendió sus libros, incunables
escritos a mano y sobre pergamino, para dar de comer a los pobres. Muchos
estudiantes siguieron su ejemplo”.
Por la “santa predicación”
Volviendo de un viaje que
le había encargado el rey para concertar la vida de su hijo, Domingo conoció en
Tolouse, el claustro del convento que fundó santo Domingo– los estragos de la
herejía cátara entre el pueblo. El santo resolvió llevar a cabo la “santa
predicación”, en un tiempo en que predicar era algo exclusivo de los obispos.
El primer fruto fue una casa femenina en Prouille, y después una comunidad de
hombres en Tolouse. Trabajó para que los frailes estudiaran y tuvieran una
buena formación que les permitiera predicar mejor.
Primeras contemplativas
“Las monjas llegaron antes
que los frailes”, señala José Vicente Vila. Santo Domingo ya había reunido en
Prouille a varias monjas procedentes del catarismo, pero el Papa Honorio III le
encargó agrupar en Roma a varias comunidades femeninas dispersas. Fundando el
convento de San Sixto, “dotó a las monjas de un tipo de clausura que entonces
no existía en la Iglesia, más rígida de la que se solía acostumbrar. Ese modelo
de clausura influyó en la vida de otras muchas comunidades femeninas en los
siglos siguientes”.
La cueva de los santos
En 1218, santo Domingo
regresó a España y recorrió varias ciudades de Castilla. Fundó en Madrid el
primer convento de monjas dominicas, y en Segovia el de frailes. “En España los
dominicos no tuvieron mucho éxito al principio, quizá porque aquí no había
catarismo”, dice José Vicente Vila. Es precisamente en Segovia donde se
conserva una cueva a la que el santo se retiraba a rezar y disciplinarse. Los
dominicos construyeron después en este lugar una capilla en la que santa Teresa
de Jesús pasó muchos ratos rezando.
A los pies de sus hermanos
En 1221, santo Domingo
estuvo predicando en Lombardía, pero enfermó de disentería y, presintiendo su
final, pocos días antes de morir pidió: “Quiero que me entierren a los pies de
mis hermanos”. El 6 de agosto entregó su vida y fue enterrado en la iglesia del
convento que fundó en Bolonia. “En tan solo cinco años, los dominicos ya habían
tenido dos capítulos, santo Domingo había fundado numerosos monasterios y había
enviado a predicar a sus frailes por toda Europa. Fue la confirmación de una
gran obra”.
Publicado por Alfa &
Omega
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