Espiritualidad
del Corazón | Hans Kwakman/CorNovum
(La Alegría del Evangelio n. 262)
“Una
espiritualidad que puede transformar los corazones”
Ya nos
hemos encontrado con James Cuskelly en las secciones anteriores de este curso. Él
fue uno de los primeros MSC en hablar de la Espiritualidad del Corazón a la
Familia Chevalier. Afirmaba que si queremos realmente vivir una Espiritualidad
del Corazón “tenemos que descender a lo más profundo de nuestra alma a fin de
tomar conciencia de nuestras aspiraciones de vida, de amor y conocimiento” (Julio
Chevalier, El hombre y su misión, p. 128).
Podemos estar seguros, afirma, “que Dios está presente en los sinceros esfuerzos que personas y grupos realizan para encontrar sentido a sus vidas
¿Por
qué tenemos que descubrir nuestras más profundas aspiraciones en lo más hondo
de nuestra alma o corazón para vivir una Espiritualidad del Corazón? En el libro publicado en 1900, el Padre
Chevalier ya daba una razón al escribir: “Dios nos revela los deseos de su
Corazón a través de las aspiraciones de nuestro propio corazón… Tanto si lo
sabemos cómo si no, lo cierto es que nuestro corazón está hecho para el suyo”. De
hecho, decía, Dios crea en nosotros “necesidades en armonía con sus deseos” (El
Sagrado Corazón 1900, p. 77). San Agustín en el siglo IV exhortaba a los
fieles: “Volved a vuestro corazón… Ahí encontraréis a Dios, porque estáis
hechos a su imagen” (Sermones en el Evangelio de San Juan 18:10, con referencia
a Isaías 46:8).
Es
ciertamente Dios quien inspira en nuestros corazones nuestras más profundas
aspiraciones, nuestros deseos de solidaridad y justicia, así como nuestra
búsqueda de amor y sentido de la vida. En “La Alegría del Evangelio” el Papa
Francisco considera estos profundos deseos del corazón de los hombres y su
búsqueda del sentido último de la vida como un signo evidente de su sed de
Dios, incluso si no son conscientes de ello. Señala los “innumerables signos en
el mundo actual, a menudo expresados implícita o negativamente, de la sed de
Dios para encontrar el sentido último de la vida” (La Alegría del Evangelio n.
86). Podemos estar seguros, afirma, “que Dios está presente en los sinceros
esfuerzos que personas y grupos realizan para encontrar sentido a sus vidas (La
Alegría del Evangelio n. 71). Y cuando las personas promueven “la solidaridad,
la fraternidad y desean el bien, la verdad y la justicia” (La Alegría del
Evangelio n. 71) el Espíritu de Dios está actuando en ellos.
Implícitamente,
las palabras del Papa también transmiten el mensaje de que es importante
prestar atención a las más profundas aspiraciones de nuestro corazón, “nuestras
propias necesidades de vida, de amor y conocimiento” así como a nuestro deseo
de promover la justicia, la verdad y la solidaridad. Porque, también en nosotros,
“el amor salvífico de Dios actúa misteriosamente en cada persona, más allá de
sus defectos y fallos”. (La Alegría del Evangelio n. 44).
Momentos
de meditación
En
“La Alegría del Evangelio” el Papa Francisco llama la atención
sobre
el hecho de que nuestra época está marcada por
“la
vuelta a lo sagrado y la búsqueda de espiritualidad…”
Continúa
diciendo:
“Hoy
en día nuestro desafío es… la necesidad
de
responder acertadamente a tanta gente con sed de Dios,
para
que no busquen apagarla con propuestas alienantes
o
con un Jesucristo deshumanizado
que
no nos pide nada con respecto a los demás.
Estas
personas deberían encontrar en la Iglesia una espiritualidad
que
los sane, los libere, los llene de vida y de paz,
a
la vez que los exhorte
a
la comunión solidaria y a la fecundidad misionera.
De
lo contrario, terminarán engañados por propuestas
que
no humanizan ni dan gloria a Dios”
(La
Alegría del Evangelio n. 89)
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