Forjando Vivencias | Lic. Juan Fco. Puello Herrera
“Porque -les decía- el
Hijo del Hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado por las autoridades
judías, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley”. Lucas 9,22
Es
importante destacar, que esta respuesta que Jesús da a sus discípulos la hace
en un ambiente de oración. Con ella, se pone de manifiesto que Jesús es el
Mesías, esto es, el que Dios envía para realizar su designio de salvación.
No
obstante, Jesús impone silencio a sus discípulos sobre esta confesión
mesiánica, justo antes de anunciarle su muerte próxima. La intención es bien
clara, sólo así se despejará la duda que podría resultar de una confesión
prematura de su mesianidad.
El
título que Pedro emplea para referirse a Jesús, el Mesías de Dios, lleva a
tantos siglos de distancia, a renovar nuestra esperanza, sin embargo, es la
muerte y resurrección de Jesús la que manifiesta su grandeza.
Las
palabras de Jesús anunciando su sufrimiento y rechazo, describen cuales son las
condiciones del seguimiento a él. En la cruz se expresa nuestra vida como
cristiano, esto así, porque en la existencia como creyente está definida por la
vida de Jesús, cuya culminación es la entrega en la cruz.
La
cruz debe ser una actitud permanente en la vida cristiana, por tanto, la
fidelidad en el seguimiento a Jesús dependerá de la manera como actuemos en
cada acontecimiento, previsto o imprevisto de la vida cotidiana.
0ración: Señor Jesús, te pedimos que la cruz que nos toque
cargar la recibamos con resignación, y se convierta en signo de aceptación de
tu voluntad. Amén.
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