Fe y Vida | Prince Martínez/LFI
El impacto de la palabra
El Doctor
Ricardo Cañon Gómez, Ph.D, doctor en psicología clínica, especializado en
Medicina psicosomática, Neuropsicofisiología cognitiva y Bioquímico, ha viajado
por todo el mundo compartiendo el resultado de 20 años de investigación
rigurosa sobre el impacto de la palabra en el cerebro de una persona.
Ha escrito
varios libros, entre ellos, “Cuando la palabra hiere” y “Cuando la palabra
sana”.
Leyéndolo nos
hace reflexionar sobre el poder que tienen las palabras, así seremos más
cuidadosos cuando hablamos, sobre todo, a los hijos que estamos formando. Su
mayor interés es que se comprenda mejor “la relación entre la biología, su
función y el comportamiento, en otras palabras: cómo las palabras que decimos o
escuchamos tienen una influencia especifica tanto en nuestro cerebro como en
nuestro comportamiento.”
Poder de la palabra
Podemos
alegrar o entristecer a una persona con la palabra, motivarla o desanimarla,
hacerla reír o llorar…
“Las palabras
son más que sonidos, las palabras moldean la mente. Son tan poderosas que con
ellas podemos crear o destruir, por eso su manejo correcto es tan importante”.
“Gracias por
estar a mi lado” “Te quiero” “Me preocupo por ti” Todos estos son disparos
químicos en nuestro cerebro de esas hormonas de la felicidad, la dopamina y las
serotoninas.
Pero las
palabras hirientes, las compara él, con un bisturí: “te cortan y te lastiman y
dejan heridas que son difíciles de sanar”. Una de sus pacientes le manifestó en
una ocasión: “Hubiese preferido una cachetada a los insultos que recibí”.
Como para
educar bien hay que corregir, hay que saber qué palabras utilizamos cuando lo
hacemos. Ante un enfado, se dice que hay que contar hasta diez antes de hablar
¡a veces toca contar hasta cien! Cuántas veces no hemos dicho algo de lo que
nos hemos arrepentido.
Las palabras
tienen el poder de crear un programa de vida. Ojo al referirnos a los hijos
etiquetándolos con palabras inapropiadas: “Este es el bufón” “Qué torpe es este
niño” “Nunca aciertas” “Así no vas a servir para nada” He presenciado cómo
papás le hacen decir palabras groseras a sus hijos cuando están aprendiendo a
hablar y de esto, hacen chiste ante los amigos.
“Al hablar
introducimos en su repertorio un estímulo físico a través de ondas sonoras que
se graban en su mente”, entonces cuando hace algo bueno hay que decirle: ¡Eres
un campeón! Es en ese momento cuando se elaboran conductas constructivas de
valores para que se siga actuando en consecuencia.
Se dejan huellas
El ambiente
enriquece las huellas. ¡Si pudiéramos contar las huellas que hemos dejado con
nuestras palabras! Podemos hacer el cambio donde estemos. Que te busquen porque
se sienten bien a tu lado. Ahora más que nunca, en esta situación dolorosa que
estamos viviendo, nos necesitan para dejar esas huellas positivas con nuestras
palabras.
¿Si la palabra
deja huella, has pensado el gran significado que tiene en tu vida la palabra de
Dios? “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros.” Juan
13:34
“Yo soy el pan
de vida, el que come de este pan tendrá vida eterna” Juan 6, 44-51. Esto fue
demasiado y muchos se marcharon. Jesús entonces les dijo a los doce: “También
ustedes me van a abandonar? Señor, ¿dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de
vida eterna.” Juan 6:67-69
“Yo soy la
verdad, el camino y la vida” Juan 14:6
En su libro
nos plantea la situación de lo que invertimos cada día en nuestro vivir:
comida, dormir, conversar, estudiar… Pero ¿cuánto invertimos cada día en
nuestro espíritu? ¿En esas palabras de vida eterna? ¿Además, a ponerlas en
práctica?
Publicado por LaFamilia.info:
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