Fe y Vida | Rosa Ruiz/VN
La vida: un tapiz de recuerdos y decisiones
Estos
días me preguntaba por qué los humanos celebramos aniversarios o fechas
importantes. A veces son dolorosas como la muerte de un amigo o un familiar o
la ruptura de una relación o un proyecto que te cambia la vida. A veces son
gozosas como el día que queda sellada públicamente una relación (matrimonio,
profesión religiosa u ordenación) o un trabajo o un cambio significativo… Pero
en todo caso, hasta los más despistados y olvidadizos guardamos en algún lugar de
la memoria un resorte que salta en determinadas fechas. El balance suele
ser agridulce, como la vida misma: luces y sombras entremezcladas al mirar
hacia atrás y al contemplar cómo vivimos hoy aquel hecho, aquella decisión,
aquella despedida.
Es
verdad: hay gente que no celebra aniversarios o fechas especiales. Suelen decir
que lo importante es vivir el día a día o que lo que cuenta es lo que cada uno
vive por dentro. Es cierto. Pero, como decía Ernst Cassirer, somos
“animales simbólicos”. Es decir, no sólo somos “animales con memoria”, que
en esto de recordar parece haber otros seres vivos que nos ganan con
creces. Nuestra capacidad de recordar es simbólica porque nosotros lo
somos. Estamos hechos para vivir con un sentido mayor aquello que ocurre en
cada momento. Por eso, tenemos la capacidad de convertir un mero recuerdo en anamnesis,
en dinamismo que nos empuja o sostiene para seguir viviendo en una dirección o
en otra, según sea el significado que hemos decidido darle.
Tomar
decisiones
Sí,
ese sentido último que damos a nuestros recuerdos y celebraciones lo hemos
decidido nosotros, lo sepamos o no. En gran medida, vivir es tomar
decisiones. Algo que a los más indecisos por naturaleza nos encoge las
tripas: desde elegir qué vas a comer en un restaurante hasta con quién o cómo
apuestas vivir el resto de tu vida en cualquier opción a largo plazo.
No
hay celebración de la memoria sin decisiones previas: no recuerdas la
muerte de aquellos a los que amas si en su día no decidiste seguir amándolos.
No celebras el día que os conocisteis si no hubieras decidido hoy que esa
persona continúa siendo el amor de tu vida. Haz la prueba: intenta celebrar
algo en lo que no tienes claridad por dentro, en lo que no sabes cómo situarte
hoy. Posiblemente, tus ganas de aniversario se desvanezcan por momentos.
Pero
eso no invalida lo vivido años atrás ni las decisiones tomadas. Solo te pone
sobre aviso y te recuerda que somos animales simbólicos. Y que todo en
nosotros se va acumulando como el cauce vivo de un río, nunca como una caja de
recortables acabados. Todo en nosotros se entrelaza como un misterioso tapiz de
sensaciones, recuerdos, deseos y decisiones, que buscan ser dotadas de
significado. Y así, en algún momento, dar la vuelta al entramado y descubrir
el paisaje que cada uno va eligiendo tejer con su vida.
Publicado
en Vida Nueva
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