Fe y Vida | Socorro González González, ctsj
Lo
que realmente importa
En estos
días que he estado leyendo el libro “El Corazón ve más allá de los ojos”
(de Carlos A. Schmitt), me han surgido algunas ideas que quiero compartir con
ustedes.
Es un libro
inspirado en El Principito, cada uno de sus capítulos son unas ideas breves que
nos pueden ayudar para la vida y las realidades concretas que vivimos.
Cada ser
humano es un misterio, una realidad diferente llena de grandes sorpresas, el
problema es que a lo largo de los años nos complicamos la vida con cosas que no
tienen tanta importancia.
¡Que
distinta es la vida cuando somos niños! dice el autor “corriendo, cantando, sin miedo a la vida, tan llenos de mañas, de
risas y gracias…” a medida que vamos creciendo nos vamos complicando la
vida y como que nuestra capacidad de asombro va disminuyendo, “llenos de previsiones y llenos también de
inseguridades”. Todo lo queremos tener asegurado y el mismo ambiente no
lleva a ello.
El otro día
explorando en Facebook vi una imagen en la que decía un bebé a otro en el
vientre de su madre “Hermanito y a ti
¿qué te gustaría ser? Un perrito, respondió el otro ¿Por qué un perrito? Es que
estamos en una sociedad donde el maltrato animal es un delito y matar un bebe
es un derecho”.
Los seres
humanos nos complicamos tanto la vida que nos olvidamos de defender lo
necesario, de lo que es verdaderamente importante: defender la vida, creer en
la simplicidad, detenernos un poco ante el misterio que nos rodea.
Todo nuestro
mundo es un grito de vida. ¿Por qué oponerse a la vida? Al gran misterio de
Dios.
Nos dice el
autor “vivimos a veces como si
estuviéramos construyendo una morada definitiva aquí en la tierra”. Es
cierto a veces nos llenamos de cosas, de seguridades que al fin y al cabo
terminan siendo nada, sin saber que todo se acaba que las cosas materiales se
quedan.
Dice El Principito
“¿De dónde vienes hombrecito? ¿Dónde
queda tu casa? ¿A dónde quieres llevar mi cordero?”
Si de vez en
cuando nos paráramos a pensar de dónde venimos y hacia dónde vamos, fuéramos
más conscientes de lo que vivimos a diario y nos daríamos cuanta de que no
somos eternos, de que todo pasa en la vida y de que tenemos la oportunidad de
aprovechar al máximo el magnífico don de existir.
Los seres
humanos, pareciera que estamos hechos para nunca estar satisfechos con lo que
tenemos, con lo que somos o con lo que hemos logrado en la vida.
Alcanzamos
un logro e inmediatamente decimos sí muy bien, pero podría haber sido así,
podría haberlo logrado antes, podría haber sido mejor etc.
“Debemos revisar nuestros criterios de felicidad,
corazón mío. ¿Cuándo
realmente alcanzamos la felicidad? Yo creo que la felicidad, se alcanza cuando
tomamos conciencia de nuestra realidad y del deber cumplido. Son pequeñas metas
que nos dan felicidad.
Entonces no
podemos vivir con esas eternas insatisfacciones en la vida, sino centrarnos en
los pequeños logros que alcanzamos cada día.
Cuan fácil
se nos hace decir de palabra, te amo. Si supiéramos todo lo que conlleva un
amor verdadero y la certeza de que eres también correspondido por la otra
persona.
Amar no es
pecado, y mucho menos un misterio. Es el cuidado, el aprecio y la preocupación
por la otra persona que nos lleva a realizar, pensar y disfrutar de ella.
Donde te
sientes libre y te puedes abrir a su corazón, donde se conocen tal cual son, sin
miedo.
Es un reto
hoy en día, no olvidar a los amigos, aquellos con los que nos hemos topado en
el camino de la vida y que han sido importantes para nosotros. Pero a veces los
afanes de la vida no nos dejan tiempo ni siquiera para una llamada, un saludo,
una visita.
Y a pesar de
todo nos queda la certeza de que hay algo más grande que nos une, ese hilo
invisible que nos da la certeza de la unidad.
¿Y la
distancia?... no puede cortar ese hilo invisible que nos une.
Cada día nos
toca despedirnos, de personas, de situaciones, de cosas y lugares. Partir,
siempre ver partir. Es tan dura la separación sobre todo de un ser querido.
A veces no
solo por la muerte física, sino por nuevos caminos que cada quien debe recorrer.
Es ahí cuando nos damos cuenta que lo que verdaderamente importa son los
pequeños detalles de la vida, los gestos y palabras compartidas…
Hoy estamos
invitados a ver con el corazón, más allá de lo que físicamente podemos observar
con nuestros ojos, a detenernos en lo que realmente importa porque “El
Corazón ve más allá de los ojos”.
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