martes, 21 de septiembre de 2021

Los Libros litúrgicos (III)


Espiritualidad Litúrgica | Roberto Núñez, msc

 


Los Libros litúrgicos (III)

 

«Hay que procurar que los libros, que son signos y símbolos de las realidades del cielo en la acción litúrgica, sean verdaderamente dignos, decorosos y bellos» (OLM 35).

 

En este septiembre bíblico continuamos nuestro pequeño recorrido por los libros litúrgicos. Así la historia nos remite hacia los inicios del año 1000, tiempo en que se empiezan a fusionar los diferentes libros litúrgicos. Este fenómeno surge por motivos prácticos. Se comienzan a recoger en un solo libro todos los elementos que sirven para una celebración. Nacen así los libros mixtos o plenarios. Los principales son los siguientes:

 

1. El Pontifical. Contiene las fórmulas y ritos de las celebraciones reservadas al obispo (pontífice), como la confirmación, las ordenaciones, las consagraciones de iglesias, de vírgenes, la bendición de abades y la coronación de reyes y emperadores.

 

2.  El Misal. Se necesitaba un libro que permitiera tener todo junto, por razones prácticas. Así aparece en el Missale, Liber Missalis o Missale plenarium. Contiene todos los elementos que se necesitan para la celebración eucarística: oraciones, lecturas, cantos, ordo missae (orden de la misa).

 

3. El Ritual. Como los obispos tenían su libro propio, también los sacerdotes necesitaban un libro que contuviese los ritos realizados por ellos (aparte del Misal).

 

4. El Breviario. Para el rezo de las horas se tenía también la necesidad de un libro que unificara los diferentes elementos existentes: Salterio, Homiliario, Himnario, Antifonal, Oracional. A partir del año 1000 se logra unirlos en el Breviarium.

 

El uso de estos libros se fue generalizando paulatinamente. Quienes influyeron más significativamente en el proceso de difusión y aplicación de tales libros fueron los Frailes menores, que prácticamente lo llevaron en todas sus peregrinaciones misioneras. Así fueron conocidos y acogidos en un tiempo relativamente corto. Pero siempre se dejaba espacio de libertad para crear libros propios.

 

Esta dinámica se va a mantener hasta el concilio de Trento, en el siglo XVI. Aunque el concilio como tal no hizo reforma de la liturgia, pero encargó al papa Pío V realizarla. Fue una reforma superficial. Pero se determina que los nuevos libros son de uso obligatorio para la Iglesia universal y son llamados romanos, es decir, que su uso no es sólo para la ciudad de Roma, sino para todo el Occidente latino.

 

Inmediatamente después del concilio se promulgan los siguientes libros: el Breviario (1568), el Misal (1570), el Martirologio (1584), el Pontifical (1595), el Caeremoniale episcoporum (1600) y el Ritual (1614).

 

La novedad aquí es el Martirologio, el cual aparece por primera vez, aunque otros documentos habían ido preparando el escenario, como el calendario, que contiene la lista de las fiestas y los santos que tienen una determinada celebración y un determinado lugar. Luego estos calendarios fueron redactados aparte, con la indicación del día y el lugar y tomaron el nombre de martirologios.

 

El otro libro nuevo es el Ceremonial Episcopal (Caeremoniale episcoporum), el cual, en la práctica, había nacido ya en 1455 de la necesidad de describir más detalladamente las ceremonias del papa, de los obispos y de los presbíteros en la celebración litúrgica. También en 1516 y 1564 ya habían aparecido textos semejantes. Pero es en 1600 cuando es reconocido como libro oficial por el papa Clemente VIII.

 

Todos estos libros promulgados como fruto del tridentino habían permanecido casi inalterados, salvo pequeños retoques en las sucesivas ediciones, pero nunca sometidos a una verdadera reforma. Aunque hubo algunos intentos, por iniciativa de algún obispo, fueron condenados por Roma.

 

Sólo al iniciar la segunda mitad del siglo XX, fueron hechos algunos cambios de relevancia, siendo los más importantes: el restablecimiento de la Vigilia pascual (1951, la restauración de la Semana Santa (1955) y el nuevo Código de rúbricas (1960).

 

ADH 859

 

 

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