viernes, 3 de septiembre de 2021

Seamos rayos de luz que ayuden vidas


Humanismo Integral | Lic. Audy Sánchez/ADH

 


Seamos rayos de luz que ayuden vidas

 

De la misma manera que los rayos de sol transmiten energía para favorecer nuestro Planeta, generalmente, también hay seres humanos que reflejan rayos de energía positiva a sus semejantes, contribuyendo a la Humanidad.


Aunque distinto al sol, los rayos de calor o energía que compartimos los humanos no dependen de una hora en específico ni un lugar en especial, por ejemplo, salir de casa para tomarlo. Puedes estar a miles de kilómetros, pero una simple llamada, por ejemplo, de un padre a un hijo o viceversa, puede traer esa luz.  


Dichos rayos los transformamos en amor, alegría, unidad, ayuda, felicidad y comunicación, y a la vez podemos llevarlos a nuestras familias, así como a los enfermos, presos, etcétera; esto sin importar lo remoto u oscuro que esté cualquier lugar donde este haga falta... 


Esa energía que transmitimos los humanos no necesariamente debe estar asociada a la presencia o ausencia de luz, ya que hasta con los ojos cerrados podemos sentirla en lo más profundo de nuestro ser, así mismo otra gran ventaja es que puede ser compartida, contrario a la radiación del sol.


Así mismo, la energía solar puede mejorar varias partes de nuestro cuerpo, tales como, disminuir la presión sanguínea, el incremento a la respuesta inmunológica, reduce la incidencia de infecciones respiratorias y baja el colesterol de la sangre, en cambio la exposición prolongada también puede afectar nuestro cuerpo, como en quemaduras, cáncer de piel, cataratas y envejecimiento prematuro de la piel.


Pero, la energía o rayos de luz efectuado por nosotros juega un papel inverso a lo anteriormente dicho: a más prolongación más beneficios, a menor exposición menos aprovechamiento, ¿Y por qué?, es simple, alguien que se exponga constantemente al afecto humano, a su calor, sus buenas vibras, sus agradables emociones, solidaridad o su amor conmensurado disfrutará de una vida, por lo menos, mejor llevadera.


Ambas energías son indispensables para la vida, pero solemos olvidar esa luz que está en cada uno de nosotros y la sustituimos colocando la lámpara debajo de la mesa, volviéndonos más inhumanos. Así que nuestra energía positiva siempre debe ahí, bien cerquita de nosotros, para poder compartirla con todos, aun no mereciéndola.       

 

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